El presidente ruso, Vladímir Putin, lanzará una advertencia del «día del juicio final» a Occidente cuando encabece las celebraciones del 77º aniversario de la Victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi, blandiendo la enorme potencia de fuego de Rusia mientras sus fuerzas combaten en Ucrania. Desafiante ante el profundo aislamiento provocado por Occidente desde que ordenó la invasión del país vecino, Putin hablará en la Plaza Roja ante un desfile de tropas, tanques, cohetes y misiles balísticos intercontinentales.
Un desfile aéreo sobre la catedral de San Basilio incluirá cazas supersónicos, bombarderos estratégicos Tu-160 y, por primera vez desde 2010, el avión de mando «del día del juicio final» Il-80, que transportaría a los altos mandos de Rusia en caso de guerra nuclear, dijo el Ministerio de Defensa. En ese escenario, el Il-80 está diseñado para convertirse en el centro de mando itinerante del presidente ruso.
Está repleto de tecnología, pero los detalles específicos son secretos de estado rusos. El líder del Kremlin, de 69 años, ha comparado en repetidas ocasiones la guerra en Ucrania con el desafío al que se enfrentó la Unión Soviética cuando los nazis de Adolf Hitler la invadieron en 1941. «El intento de apaciguar al agresor en vísperas de la Gran Guerra Patria resultó ser un error que le costó caro a nuestro pueblo», dijo Putin el 24 de febrero al anunciar lo que llamó una operación militar especial en Ucrania. «No cometeremos ese error por segunda vez, no tenemos derecho».
Putin presenta la guerra en Ucrania como una batalla para proteger a los rusoparlantes de la persecución de los nazis y para protegerse de lo que él denomina la amenaza de Estados Unidos a Rusia que supone la ampliación de la OTAN. Ucrania y Occidente rechazan estos argumentos y dicen que Putin está librando una guerra de agresión no provocada.
La Unión Soviética perdió 27 millones de personas en la Segunda Guerra Mundial, más que ningún otro país, y Putin ha arremetido en los últimos años contra lo que Moscú considera intentos en Occidente de revisar la historia de la guerra para menospreciar la victoria soviética. Junto a la derrota del emperador francés Napoleón Bonaparte en 1812, la derrota de la Alemania nazi es el triunfo militar más venerado por los rusos, aunque ambas invasiones catastróficas procedentes de Occidente dejaron a Rusia profundamente sensibilizada sobre sus fronteras.
Aunque el desfile de 11.000 soldados por la Plaza Roja junto con lo que el Ministerio de Defensa ha dicho que serán 131 piezas de material militar presentarán un gran espectáculo, el conflicto de Ucrania ha puesto de manifiesto las debilidades de las fuerzas armadas rusas, pese al intento de Putin en sus dos décadas en el poder de frenar el declive postsoviético.
Al Kremlin se le ha negado una victoria rápida y la economía rusa -apretada duramente por las sanciones- se enfrenta a la peor contracción desde los años posteriores a la caída de la Unión Soviética. Antes del 9 de mayo, se especuló en Moscú y en las capitales occidentales que Putin estaba preparando algún tipo de anuncio especial sobre Ucrania, quizás una declaración de guerra directa o incluso una movilización nacional. Ucrania afirmó que Putin quería celebrar el 9 de mayo desde Mariúpol, el principal objetivo estratégico capturado por las tropas rusas en lo que va de guerra. Sin embargo el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, rechazó esas versiones como «tonterías».