El cambio climático se manifiesta con toda su crudeza a lo largo y ancho del globo. La sequía que asola partes destacadas del interior peninsular hace mella también en el centro de Europa y en las Islas Británicas; en concreto en Inglaterra varias regiones viven ya restricciones de suministro. En algunos puntos del continente la escasez de lluvias es muy pronunciada, incluso más que en España. Este hecho ha producido un curioso fenómeno: los cauces de ríos bajan, las aguas retroceden y dejan al descubierto mensajes del pasado un tanto tétricos. Mensajes algunos de ellos de hace cientos de años que avisan de las consecuencias mortales que la falta de lluvia produjo en su momento.
La dura sequía que vive parte del continente ha dejado a la vista una siniestra advertencia a lo largo de dos de los principales ríos europeos, el Rin y el Elba. En distintas poblaciones a lo largo de su discurrir han aflorado lo que algunos llaman «piedras del hambre», pues antiguamente cuando estas quedaban a la vista solo cabía un final posible: la hambruna y la miseria. Posiblemente la muerte tal y como ha explicado estos días un interesante hilo de Twitter.
Cincelados a golpes en las rocas se han ido descubriendo en las últimas fechas anotaciones con años de sequías especialmente duras y frases que, aparentemente, pretenden alertar a aquel que las lea. Se trata normalmente de grandes rocas enclavadas en el lecho mismo de los ríos, que cuando pierden caudal y se secan parcialmente permanecen a la vista. Por ejemplo, la más antigua hasta el momento es la hallada en la cuenca del río Elba, fechada en 1616 y reza en alemán: «Si me ves, llora».
Es más que elocuente el mensaje legado a las generaciones posteriores, aunque esto tiene una explicación muy sencilla y comprensible. Y es que en aquella época, y también en posteriores, los ríos eran la principal 'autopista' que comunicaba un buen número de poblaciones en el centro de Europa. Como consecuencia de esto mismo, al llegar las sequías más virulentas muchos quedaban aislados, a merced del regreso de las lluvias sin las cuales la provisión de alimentos y materiales de todo tipo era simplemente imposible. Sin agua en los ríos también se dificultaba el riego de los cultivos que colmaban sus márgenes, y una cosecha al garete era sinónimo de dificultades garantizadas para el conjunto de la comunidad.