El precio de la luz en España ha anotado dos máximos consecutivos esta semana, y hubiera sobrepasado los 500 euros el megavatio hora en caso de no contar con la llamada ‘excepción ibérica', que limita el precio del gas utilizado para generar electricidad desde hace unos pocos meses. Sin embargo, los costes que deben afrontar los consumidores y empresas en nuestro país son considerablemente más reducidos que las facturas en otros países de nuestro entorno.
Acabamos de conocer que los hogares en Reino Unido podrán desembolsar en un año 4.202 euros por el precio de la luz. Pero lejos de esta abultada cantidad conviene repasar algunos datos. Según la información del propio sector energético este pasado miércoles 24 de agosto la electricidad costó 436,25 euros el megavatio hora (MWh) en España, una rara avis viendo la evolución de las últimas semanas. Esta cifra representa casi 66 euros menos de los 502,11 euros a los que ascendería el importe eléctrico si el Gobierno y la Comisión Europea no hubieran acordado implementar el mencionado techo al precio del gas para generar energía eléctrica.
En lo que va de año, en marzo se experimentó el mayor incremento de precio en base al año anterior, cuando los consumidores en España pagaron la luz algo más de un 80 % más cara que el mismo mes de 2021. Este pasado mes de julio la electricidad ha costado un 53,4 por ciento más que hace un año según datos de OMIE, el operador designado para la gestión del mercado eléctrico diario e intradiario de electricidad en la Península Ibérica.
En el resto del continente los precios energéticos son sensiblemente más elevados. Ese mismo 24 de agosto que analizamos en Francia se alcanzó un precio medio de 645,54 euros/MWh; Reino Unido anotó unos 640 euros al cambio de la libra esterlina con la moneda comunitaria; Italia registró los 637,76,23 euros/MWh y Alemania alcanzó los 624,34 euros, multiplicando por diez las cantidades que se pagaban justo hace un año. El desfase llama la atención, y vale la pena contextualizarlo aun más yendo una semana atrás, al 18 de agosto. Ese día, cuando en medio continente la electricidad sobrepasaba los 550 euros, en España se pagaba a 134,6 euros, algo más de cuatro veces menos que el gasto desembolsado por los consumidores italiano, francés y alemán para el mismo rango de fechas.
Y es que el centro del continente conocen de primera mano y mejor que nadie los efectos de la factura eléctrica desatada, muy condicionada por los esperados recortes en el tráfico de gas y las medidas ya planteadas para reducir el gasto. Algunas fuentes independientes han puesto cifra a lo que supondrá el encarecimiento del precio del gas aprobado en Alemania, como forma de repercutir los avatares de la guerra de Ucrania y la consecuente reducción en el flujo de hidrocarburos en el bolsillo de sus nacionales.
Solo este nuevo impuesto, que se cobrará a partir del 1 de octubre, supondrá para una familia de cuatro miembros unos costes adicionales de casi 600 euros en cada factura, en función del tipo impositivo que se le aplique. Ello, sumado al propio incremento de los costes ordinarios, elevará presumiblemente la factura a miles de euros más que lo que se pagaba no hace tanto, sin un techo certero al que aferrarse a diferencia de España y Portugal, ‘a cubierto' de momento por la ‘excepción ibérica' en tiempos económicamente difíciles.