La noticia de que Rusia quemaba el gas que no exportaba a Europa sorprendió a propios y a extraños. La escasa capacidad de almacenaje de una materia prima que hace no tanto Moscú vendía en cantidades ingentes al Viejo Continente es culpable en buena medida de esa situación. Los portavoces del Kremlin han alardeado en los últimos tiempos de los múltiples compradores interesados en el hidrocarburo que Europa no quiere recibir en el actual contexto de invasión de Ucrania. China parecía un idóneo receptor de todo ese gas. Pero que este llegue a su destino, atravesando kilómetros y kilómetros por todo tipo de terreno, es más fácil de decir que de llevarlo a la práctica.
El analista internacional danés y experto en geopolítica Oliver Alexander ha recabado la información que evidencia «la capacidad limitada de Rusia» para redirigir hacia el gigante asiático las ingentes cantidades de hidrocarburo que hasta hace pocas jornadas enviaba a través del gasoducto Nord Stream a sus clientes europeos. A la luz de su trabajo, y con la infraestructura gasista actual de Rusia, la posibilidad de llenar de gas a su socio chino se plantea más como un deseo irrealizable de Moscú que como un proyecto factible a corto y medio plazo.
«Rusia culpa de la 'fuga de gas' que ha parado por completo el gasoducto Nord Stream 1 a las sanciones occidentales», recuerda Alexander en alusión a las palabras del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, más recientemente reafirmadas por el propio Vladímir Putin. Sin embargo, la realidad es que Siemens, multinacional responsable del mantenimiento de los componentes del gasoducto, ratificó que las fugas normalmente no afectan al funcionamiento de la turbina, y se pueden sellar in situ. «Es un procedimiento rutinario en el ámbito del mantenimiento» precisa el experto escandinavo.
«Si Rusia pretende dejar de exportar la mayoría de su gas a Europa primero deberá reconstruir completamente su infraestructura actual, lo que abarca tanto sus gasoductos como las estaciones de gas natural licuado (GNL). En estos momentos carece de canalizaciones para enviar la materia prima desde sus principales yacimientos de gas de Urengoy y Yámburg a China». No obstante, siempre que haya voluntad de acuerdo, las infraestructuras pueden construirse y los puentes tenderse.
No obstante Alexander explica que esto no es cosa fácil, menor ni sobre todo rápida. «La planificación del oleoducto Power of Siberia, que Rusia utiliza para transportar gas a China desde el yacimiento de gas más pequeño de Chayanda comenzó en 2007. Su construcción comenzó el 2012 y no se completó hasta el año 2019». Más de una década en total, incluyendo siete años de trabajos y obras complejas y peliagudas en un recorrido geográficamente inferior al que ahora debería abordarse.
Por ello, no es de extrañar que las proyecciones de los especialistas no sean muy optimistas: «Tardarían más de una década en condiciones adecuadas de paz y estabilidad, y con sanciones tardará mucho más. Tal vez incluso sea irrealizable» considera el analista especialista en materia internacional. En este sentido, la alternativa del gas licuado transportado en buques no representaría una posibilidad realista, ya que las capacidades de producción de las centrales más próximas al extremo oriental no son importantes. En resumen, la orientación de la red gasista rusa mira hacia Europa y corregirlo costará mucho tiempo y dinero, «centenares de miles de millones» para ser precisos.