El Ministerio de Defensa de Rusia elevó este miércoles a 89 el número de soldados que murieron el pasado 1 de enero en un bombardeo ucraniano en Makiivka, en la región anexionada de Donetsk. Según el teniente general Serguéi Sevriukov, cuatro misiles HIMARS impactaron contra el edificio donde se encontraban los militares rusos, lo que condujo a su destrucción.
Otros dos proyectiles utilizados en el ataque «fueron interceptados», dijo. Según el mando ruso, el uso masivo de teléfonos móviles por los soldados - que, de acuerdo con los medios, llamaban a sus familiares para felicitarles por el Año Nuevo - fue la causa principal de lo ocurrido.
Moscú prometió tomar medidas «para evitar semejantes sucesos trágicos en el futuro» y dijo que castigará a los culpables. El líder del partido Rusia Justa, Serguéi Mirónov, fue el primer político de alto rango en demandar ayer una investigación de lo ocurrido en Makiivka, donde aparte de militares profesionales se encontraban hombres reclutados en el marco de la movilización parcial declarada el año pasado. Según Mirónov, lo que sucedió en Makiivka no ha de repetirse. «La investigación determinará qué es lo que ha ocurrido: una traición o una negligencia criminal», indicó y agregó que, en su opinión, fueron «ambas cosas». Mirónov escribió que «es evidente que ni la inteligencia, ni la contrainteligencia, ni las defensas antiaéreas actuaron como debían».