Una semana después de la muerte del Papa emérito, Benedicto XVI, su sombra ha decidido salir a la luz con las confesiones que tienen atemorizado al Vaticano. El monseñor Georg Gänswein, el histórico secretario personal ha decidido mandar a la imprenta su colección de historias al lado de Benedicto y que verá la luz este jueves: Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI, un libro de más de 300 páginas.
Un ejemplar que se antoja un éxito de ventas y que esconde grandes verdades ocultas de lo que se vive en los pasillos del estado pontificio. El miedo dentro del papado emerge a medida que pasan los días y ya han salido surgido diferentes enfados a raíz de la entrevista en la que criticó la medida del Papa Francisco sobre la limitación de las misas en latín que había potenciado Ratzinger. De otro modo, la tensión generada en el Vaticano nace de las posibles confesiones sobre la mala relación entre emérito y Papa, a pesar de los intentos de blanquear una convivencia que se ha ido degradando en el tiempo.
Entre todas las tensiones que se desvelan a través de las páginas del libro, se deslumbra la falta de confianza de Francisco con Benedicto en los últimos años, la revocación del cargo de de jefe de la prefectura de la Casa Pontificia, un cargo que había mantenido durante los primeros siete años del pontificado de Jorge Mario Bergoglio.
En otro orden de cosas, Georg Gänswein también critica ferozmente la oportunidad que dio en 2020 de volver a casarse a los divorciados dependiendo del caso. Un tema que pusieron sobre la palestra los opositores ultraconservadores de Francisco.
La gran pregunta actual es saber el rol que tendrá Gänswein tras el fallecimiento de Benedicto XVI. Francisco tuvo una reunión con el Arzobispo a expensas de la publicación del libro y se espera que se valoren positivamente los años de servicio con el emérito, aunque no se descarta que le pueda castigar por la falta de discreción y hablar demasiado pronto.
Son muchos los sectores que han criticado su entrevista. «Hubiera sido mejor permanecer en silencio. Ahora no es el momento para esas cosas», decía el pasado domingo el cardenal Walter Kasper al diario La Repubblica. En una de sus últimas intervenciones, en el Ángelus del domingo en la plaza de San Pedro, Francisco parecía que quería hacer notar su enfado y mandar un aviso suave, pero con una intencionalidad bien marcada: «El chismorreo es un arma letal: mata, mata el amor, mata la sociedad, mata la fraternidad. Preguntémonos: ¿soy una persona que divide o una persona que comparte?».