La Policía de Singapur, un país tan aplaudido en foros internacionales por su excelencia académica como criticado por la exigencia sobre los estudiantes, ha recurrido a la Interpol para encontrar a una inusual fugitiva: una tutora que ayudaba a sus alumnos a copiar en exámenes oficiales de la isla. «Toda información recibida será estrictamente confidencial. A la Policía le gustaría recordar a los ciudadanos que amparar a fugitivos es un crimen castigable con multas y la cárcel», enfatizó el pasado jueves la Policía isleña en un comunicado sobre la presunta huida de la sospechosa, Poh Yuan Nie, de 57 años.
Bajo petición de la Fiscalía de la ciudad-Estado asiática en diciembre, la Interpol ha emitido una «notificación roja» sobre la singapurense, por la que se pide a las fuerzas de seguridad de todo el mundo que la localicen y detengan provisionalmente, a la espera de su extradición u otras acciones legales. Un considerable despliegue de medios que surgió a raíz de que la que fuera directora de una academia de clases de apoyo, muy comunes en la isla, no se presentara en el juzgado el pasado 23 de noviembre, cuando tenía que comenzar a cumplir su sentencia de 4 años de cárcel, según recogen medios locales.
La mujer había sido hallada culpable de ayudar a sus estudiantes a copiar en los competitivos «Exámenes Nivel-0», unos test para alumnos a partir de 15 años cuyo resultado determina si los jóvenes encaminan sus pasos hacia la universidad o alternativas como centros de formación profesional.
Conocida como «Pony», la tutora ideó el plan de engaño y por ello fue condenada a 4 años de prisión en 2020, si bien su ingreso en prisión se había demorado hasta el pasado noviembre, tras extenuarse las apelaciones. Las investigaciones la hallaron culpable de «chivar» a sus alumnos -seis estudiantes de entre 17 y 20 años- en los exámenes de octubre de 2016, ayudada de dispositivos tecnológicos, dos maestras -Fiona Poh Min y Feng Riwen- y una expareja de la tutora, Tan Jia Yan, quienes ya cumplen penas de entre dos y tres años de cárcel. Poh había recibido por adelantado unos 6.000 dólares por estudiante, dinero que debía devolver si no aprobaban el examen, según el canal Channel News Asia.
Su estrategia para asegurar la buena nota era la siguiente: mientras su expareja, de entonces 30 años, fingía presentarse al examen, conectaba por videollamada con un móvil oculto con «Pony» y las maestras y les mostraba las preguntas, para que estas desde la academia chivaran las respuestas a los estudiantes por teléfono. Estos llevaban a su vez cascos inalámbricos pintados de color carne para que quedaran camuflados, detalló el canal de TV.
Un rudimentario ardid que funcionó solo hasta que un vigilante percibió sonidos extraños por parte de uno de los estudiantes, desenmascarando la treta. Singapur, que cuenta con un sistema educativo conocido por su alta exigencia y temprana segregación en asignaturas como las matemáticas y las ciencias, se toma muy en serio su «éxito educativo», ocupando habitualmente los primeros puestos en informes mundiales como el Pisa, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Mientras, en la isla cada vez surgen más críticas por parte de profesores y alumnos por la elevada presión sobre los alumnos y la radical priorización que se da a asignaturas como las matemáticas, abocando a muchos niños a recurrir a tutores en sus horas de descanso desde la más tierna infancia.