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Antoni Marimón, profesor de Historia de la UIB: «Hay un abismo entre Turquía y Siria»

El doctor analiza el contexto histórico-social de los dos países afectados por lo terremotos

Antoni Marimón Riutort, doctor de Historia por la UIB. | Jaume Morey

| Palma |

Los terremotos en Turquía y Siria han marcado la actualidad y los temas de conversación de la semana. Las imágenes y testimonios han sobrecogido a medio mundo, ante una de las mayores catástrofes de lo que va de siglo. No son solo las cifras de fallecidos -que ya superan los 20.000- ni la devastación de infraestructuras lo que estremecen, sino el colofón a años de sufrimiento de los habitantes de las zonas afectadas. Para aproximarse al sufrimiento de las víctimas, es preciso entender el contexto histórico y social de ambos territorios, países vecinos, pero entre cuyas realidades «hay un abismo», según recalca Antoni Marimón, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universitat de les Illes Balears (UIB). Ambos estados, sostiene, guardan situaciones contrapuestas, que se ampliarán, vaticina Marimón, tras la catástrofe actual.

Siria: dictadura, guerra civil y pobreza extrema

A diferencia de Turquía, con una renta por cápita de 10.000 dólares, la de Siria, su país vecino, es de tan solo 500 dólares. «Siria es de lo peor que te puedes encontrar en el mundo hablando de pobreza, solo superado por algún país de África central y por Afganistán. Las infraestructuras eran de por sí pésimas y poco han trascendido los daños. No hay médicos, ni hospitales. La ayuda llegará poca y tarde», advierte el doctor de Historia Contemporánea de la UIB, en referencia al boicot internacional que pesa sobre el régimen de Bashar al-Ásad. Precisamente, este mismo jueves Estados Unidos anunciaba una tregua en las sanciones de 180 días para poder hacer llegar parte de la ayuda humanitaria.

El pueblo sirio lleva envuelto en una dictadura desde principios de la década de 1960, cuando Háfez al-Ásad, padre del actual dictador, se hizo con el poder. Desde entonces, el país se configuró como un régimen dictatorial hereditario, autoproclamado como socialista. La primavera árabe en 2011 promovió una revuelta contra la dictadura de Bashar al-Ásad. La contienda se ha cronificado y continúa aún hoy en día, con cuatro fuerzas implicadas: el ejército de al-Ásad (al que apoya Rusia); las milicias rebeldes (con bastiones restantes en la zona norte, afectada por los temblores, y que han recibido apoyo de Occidente); grupos del Estado Islámico y los kurdos (una nación sin Estado que lucha por conseguir su independencia).

Imagen de la ciudad de Alepo el 7 de diciembre de 2016, tras 5 años de guerra. Foto: Sana Handout (EFE).

Especialmente dramático es el estado en el que se encuentra el territorio del norte de Siria. Alepo, la ciudad más poblada del país antes de la guerra, con 4,6 millones de habitantes, ha sido una de las más afectadas por los terremotos, daños que se suman a los del asedio de casi dos años por parte del ejército de al-Ásad, al ser Alepo bastión de la resistencia. En declaraciones a Antena 3, el hermano marista Georges Sabe, residente en esta ciudad, definía el ambiente este martes como «catastrófico»: «Hay muchos edificios que cayeron el lunes. Estamos en una situación apocalíptica, realmente apocalíptica». «La gente está bajo los escombros (...) es una realidad catastrófica. Las sirenas no han parado. Los hospitales están desbordados... Esta mañana vi una cantidad de cadáveres puestos fuera de un hospital publico porque no había posibilidad de tenerlos dentro del hospital...».

Turquía: potencia mundial y moderador entre Rusia y Ucrania

Turquía, contrapone el doctor Antoni Marimón, es una potencia de segundo orden, muy importante en el panorama geopolítico. «Si bien es cierto que el país cuenta con datos económicos positivos, la mayoría de la riqueza se aglutina en el norte, en ciudades como las de Estambul o Ankara», mientras que en el sur -la zona afectada por los terremotos- es una región más empobrecida. A diferencia de Siria, Turquía es una democracia -«aunque 20 años con el presidente Recep Tayyip Erdoğan en el poder levanta sospechas», subraya Marimón- con rasfos occidentalizados: es miembro de la OTAN, y fue reconocida como candidata a entrar en la Unión Europea en 1999; destaca también la separación entre Estado y religión -poco frecuente en países musulmanes- y la adopción en 1928 del alfabeto latino, abandonando el árabe. «Erdogan, sin embargo, ha marcado distancias con Europa y ha buscado mejorar relaciones con otros países para jugar un papel de potencia importante. Ahora, precisamente, está actuando de moderador entre Rusia y Ucrania, porque aunque es de la OTAN, Moscú no lo ve tan pro-occidental», indica el doctor. Pese a la total destrucción que allí también han sufrido, Marimón vaticina una mayor ayuda internacional y una más pronta recuperación, gracias, precisamente, a la red de contactos y el peso del país en el tablero geopolítico, así como por sus recursos y su alta capacidad de gestión.

Vista aérea que muestra edificios colapsados y dañados en Hatay, Turquía. Imagen de este martes. UMIT BEKTAS/Reuters
Los ciudadanos tratan de acceder al interior de los edificios derrumbados, en búsqueda de supervivientes. Distrito de Kahramanmaras, Turquía. Imagen de este martes. Foto: SUHAIB SALEM.

Como apunte curioso, Marimón destaca la enemistad entre los turcos y los menorquines: en el siglo XVI, el Imperio Otomano arrasó con la isla de Menorca. Destruyeron buena parte de Maó y Ciutadella y secuestraron a en torno a 4.000 menorquines, llevándolos a Estambul -una considerable parte de la población menorquina, de por aquel entonces alrededor de 10.000 habitantes-.

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