El gobierno alemán mantiene el objetivo de proceder al "apagón nuclear" el 15 de abril, cuando quedarán desconectadas sus últimas tres plantas, tras haberse aprobado en 2022 un aplazamiento de tres meses y medio al calendario inicialmente previsto para el adiós a esa fuente de energía.
La ministra de Medioambiente, la verde Steffi Lemke, ratificó en declaraciones al grupo mediático Mediengruppe que no habrá una nueva prórroga o situación de reserva para dichas plantas, ya que el suministro energético está garantizado.
"Los riesgos de la energía atómica son incontrolables", añadió la ministra, para quien la situación del suministro energético en Alemania es mejor que en algunos "países vecinos" más dependientes de sus plantas nucleares.
"Apostar por el desarrollo de las renovables será, a la larga, el mejor medio para garantizar una estabilidad de precios en el sector", según Lemke.
Inicialmente el adiós a la energía nuclear debía haberse producido el 31 de diciembre de 2022, la fecha prevista para desactivar las últimas tres plantas.
La decisión fue adoptada personalmente por Scholz, visto que sus socios liberales y verdes no alcanzaban un acuerdo al respecto.
Scholz hizo uso de sus competencias especiales y ordenó a los tres ministerios implicados -el de Economía y Protección del Clima y el de Medioambiente, que lideran los verdes, y el de Finanzas, del liberal Christian Lindner- elaborar una nueva normativa para abrir el correspondiente trámite parlamentario.
La decisión implicaba que las últimas plantas -Isar 2 y Neckar 2, en el sur del país, y Lingen, en el centro- quedarían desconectadas el 15 de abril, a modo de solución de compromiso al pulso mantenido por el titular de Economía, el verde Robert Habeck, y el liberal Lindner, al frente de Finanzas.
Para los Verdes, un partido para el que el apagón es una especie de señal de identidad, cualquier aplazamiento era difícil de encajar, mientras que los liberales de Lindner insistían en que debían quedar las tres plantas en funcionamiento o en reserva hasta 2024.
Tanto Habeck como Lemke consideraron asumible la decisión de Scholz, ya que implica que no será preciso usar nuevas varillas de combustible -ni se generará más basura radioactiva-, sino que hasta el 15 de abril se seguirá con las existentes.
El aplazamiento supuso una nueva modificación en el calendario del apagón, impulsado primero por el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder en el 2000, con los Verdes como aliados, y recuperado en 2011 por la conservadora Angela Merkel a raíz de la catástrofe de la central japonesa de Fukushima.
Las tres últimas plantas proporcionaban a finales de 2022 apenas un 6 % del total del consumo eléctrico, pero se consideraban necesarias para la seguridad del suministro.
Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, Alemania ha acelerado la reducción de su dependencia energética respecto a Moscú hasta dejarla a mínimos.
A cambio, ha tenido que reactivar varias explotaciones de carbón, aunque mantiene el objetivo de abandonar también esta fuente de energía entre 2030 y 2038.