El número de fallecidos por el terremoto que azotó en la noche de este lunes las provincias de Gansu y Qinghai, en el noroeste de China, asciende a 148, según el último recuento ofrecido por las autoridades, que cifran en tres la cantidad de desaparecidos. El Gobierno de Qinghai informó en las últimas horas de que el conteo de víctimas en la provincia había aumentado de los 22 registrados en el anterior recuento hasta 33 y de que el número de heridos seguía situado en 198, recogió hoy la agencia oficial de noticias Xinhua.
Mientras, la cifra oficial de personas en Gansu que perdieron la vida, y que se había mantenido sin cambios desde el miércoles, aumentó este jueves hasta las 117, como consecuencia del seísmo, que se produjo un minuto antes de la medianoche del lunes, hora local (15.59 GMT), en la frontera entre las dos citadas provincias, con una magnitud de 6,2 grados.
Este jueves, las autoridades de Gansu, que no han informado de si hay personas desaparecidas, explicaron en una rueda de prensa que 784 heridos están recibiendo atención médica en hospitales de la provincia, tras asegurar el día anterior que los trabajos de rescate de supervivientes «básicamente han terminado».
Los rescatistas se han enfrentado estos días a una ola de frío con temperaturas de hasta 14 grados bajo cero, un obstáculo al que se unen las dificultades de acceso al terreno, una zona agreste y montañosa. En respuesta a la catástrofe, las autoridades enviaron suministros que incluyen 2.600 tiendas de campaña, 10.400 camas plegables, 10.400 edredones y 1.000 juegos de estufas. Sin embargo, medios locales señalaron que existe «una grave escasez» de tiendas de campaña para albergar a los desplazados.
El movimiento telúrico dañó o provocó el derrumbe de más de 155.000 viviendas y afectó inicialmente a los servicios de agua, energía, telecomunicaciones y transportes. El Gobierno chino y el Ministerio de Gestión de Emergencias decretaron una respuesta de nivel II al siniestro y se han asignado 200 millones de yuanes (alrededor de 28 millones de dólares, 25 millones de euros) para las tareas de asistencia y recuperación. Se trata del terremoto más mortífero en China desde el sucedido en agosto de 2014 en la provincia meridional de Yunnan, que dejó 617 fallecidos, pero muy lejos del sufrido en 2008 en la provincia de Sichuan, que dejó al menos 70.000 muertos.