China, que según datos internacionales es el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero, afirmó que una cuarta parte de toda la energía consumida en el país proviene ya de fuentes limpias. El Consejo de Estado (Ejecutivo) publicó este jueves un nuevo libro blanco, 'La transición energética de China', en el que detalla cómo ha logrado en la última década «avances significativos» en su transición hacia un modelo energético «más sostenible».
El documento estatal revela que la proporción de energía limpia en el consumo total nacional aumentó del 15,5 % al 26,4 % en la última década, al tiempo que la capacidad eólica y solar se incrementó diez veces en el mismo período. Un informe reciente del Global Energy Monitor señala que China está construyendo actualmente una capacidad eólica y solar que supera a la del resto del mundo combinado, con 339 gigavatios en construcción.
Este volumen de capacidad bajo construcción es suficiente para abastecer a toda Corea del Sur, la decimocuarta economía del mundo. El informe gubernamental también subraya la significativa reducción de los costos de generación en proyectos de energía eólica y fotovoltaica a nivel global, con una disminución de más del 60 % y 80 % respectivamente en la última década. Desde 2013, China ha sido responsable de más del 40 % de las adiciones anuales a la capacidad de energía renovable global, un logro que ha sido destacado como un «avance histórico» en el desarrollo de energía verde y baja en carbono.
El estudio también destaca que, en la última década, Pekín ha logrado un ahorro energético equivalente a aproximadamente 1.400 millones de toneladas de carbón y ha reducido en alrededor de 3.000 millones de toneladas las emisiones de dióxido de carbono. A nivel global, en 2023, la nueva capacidad instalada en China representó más de la mitad del total mundial, lo que influyó en el aumento de la participación de combustibles no fósiles en el consumo energético global, que subió del 13,6 % en 2014 al 18,5 % en 2023, según el estudio.
A pesar de estos avances, el desarrollo desigual en el sector de renovables ha llevado a que una cantidad significativa de energía se desperdicie, mientras que la turbulencia en la industria solar doméstica ha empujado a algunas empresas a situaciones financieras críticas. China afirma que su capacidad en nuevas energías es «necesaria» para un desarrollo verde y ha rechazado las críticas de sobreproducción como «sin fundamento».
El libro blanco reafirma el compromiso de China de alcanzar el pico de emisiones de dióxido de carbono para 2030 y lograr la neutralidad de carbono para 2060. A pesar de las críticas que sugieren que China podría actuar de manera más ambiciosa, como defendió el ex enviado especial estadounidense para el cambio climático, John Kerry, el país ha recibido también elogios por sus esfuerzos para abandonar paulatinamente las fuentes de energía más contaminantes como el carbón.