Jean-Pierre Maréchal, el hombre que se sienta en el banquillo en Aviñón por haber violado a su mujer y haberlo hecho junto a Dominique Pelicot, que fue el que le inspiró y al que imitó en el procedimiento de someterla a una sumisión química, está arrepentido y reconoce su plena responsabilidad.
Su abogado, Patrick Gontard, insistió este jueves en que Maréchal no ha tratado de eludir su responsabilidad, como lo muestra el hecho de que desde que fue arrestado en 2020 dijo que «merecía lo máximo, la cadena perpetua», y eso aunque el delito de violación agravada por el que está encausado tiene una pena máxima de 20 años. En unas declaraciones a la prensa antes de la audiencia en el Tribunal de lo Criminal de Vaucluse (sureste de Francia), Gontard insistió en el papel de «catalizador» que tuvo Dominique Pelicot para que Maréchal «basculara» y, siguiendo las instrucciones de éste, drogara a su mujer con ansiolíticos para que, una vez en estado de inconsciencia, ambos hombres la violaran.
El letrado señaló que Pelicot, con quien había establecido contacto a través de una mensajería en línea y que le propuso recurrir a la sumisión química como él lo hacía desde hacía años con su propia mujer, fue para él como «un cartucho de dinamita que hizo saltar todo por los aires». Él le suministraba los medicamentos y le recomendaba la posología para administrarlos a fin de que su pareja perdiera la consciencia y pudieran abusar de ella. Pelicot, según el relato de Gontard, estuvo siete u ocho veces en su casa y las violaciones se llevaron a cabo en tres de esas ocasiones.
Fue en una de esas visitas cuando la mujer, al despertarse de forma inesperada, sorprendió al extraño junto a ella en su habitación. Las explicaciones que le dio entonces su marido, de que lo había traído para que la viera en ropa interior, no le convencieron. Pero pese a todo, ella no lo denunció ni siquiera cuando se destapó todo el caso cuando los investigadores en septiembre de 2020 descubrieron los archivos de cientos de fotos y vídeos que guardaba Pelicot con las decenas de hombres a los que había invitado a su casa para que violaran a su propia mujer, Gisèle, drogada.
En su declaración este miércoles ante el tribunal, la que sigue siendo la esposa de Maréchal (que no ha querido divorciarse) indicó que no lo ha denunciado en primer lugar por sus hijos, que han visto sus vidas trastocadas por estos hechos. Pero también porque durante su vida común había sido «un hombre maravilloso», y porque pese a todo ha querido mantener el contacto con él, con el que se comunica a través de sus hijos y al que incluso solicitó poder verlo en prisión para que le dijera «a la cara» lo que le había hecho.
Junto a Maréchal y a Pelicot, hay otros 49 encausados en este proceso por haber violado a la mujer de último cuando estaba bajo los efectos de los ansiolíticos. Gontard criticó indirectamente la estrategia de defensa de la mayoría de ellos, los que niegan haber sabido que Gisèle Pelicot estaba inconsciente, al recordar que en el derecho penal francés, hay violación desde el momento en que no se da el consentimiento para mantener una relación sexual.
El letrado admitió que la relación con Pelicot no fue el único desencadenante del comportamiento criminal de su cliente, y aludió a varios otros elementos de su vida y de su psicología que pudieron intervenir, como el hecho de que «casi no tenía vida sexual con su esposa» y estaba «muy interesado por el sexo» y a nacer en una familia marcada por los abusos sexuales de un padre violento. Esa y otras cuestiones las abordó este jueves en la audiencia la experta Annabelle Montagne, designada por la justicia para el examen psicológico de Maréchal y otros acusados.
La gran incógnita es si el proceso podrá continuar la semana próxima, debido a la ausencia de Pelicot desde el martes por enfermedad, que podría prolongarse. De entrada, hay muchas posibilidades de que la sesión del viernes se suspenda. Una cuestión que ha crispado el ambiente entre abogados que, como la de Pelicot y el de Maréchal, que se decantan por una suspensión y el presidente, que ha intentado hasta ahora mantener el programa cueste lo que cueste, pero que hoy reconoció que si el principal acusado no pudiera comparecer a partir del lunes sería «una catástrofe».