Al cumplirse el segundo aniversario del ataque de Hamás del 7 de Octubre de 2023, Oriente Medio se encuentra inmerso en una profunda reconfiguración geopolítica. La visión de un Gran Israel, largamente perseguida por el partido Likud y su principal exponente, el primer ministro Benjamin Netanyahu, parece haber cobrado un nuevo impulso tras lo que muchos describen como el peor ataque a la comunidad judía desde el Holocausto. Este evento traumático ha desencadenado una metamorfosis regional sin precedentes, alterando las dinámicas de poder y las alianzas en una de las zonas más volátiles del planeta. La estrategia de Israel, liderada por Netanyahu, se ha desplegado en múltiples frentes, buscando no solo la seguridad nacional sino también la consolidación de sus objetivos a largo plazo en la región.
Desde el 7 de octubre de 2023, la respuesta israelí no se ha limitado únicamente a la Franja de Gaza, donde se ha librado una intensa campaña contra los islamistas palestinos de Hamás que según instituciones internacionales deja ya un saldo de 65.000 muertos, la inmensa mayoría mujeres y niños inocentes. La administración de Netanyahu ha extendido su acción a lo largo de ocho frentes distintos, reconfigurando el mapa de Oriente Próximo de manera significativa. Estos frentes incluyen la intensificación de la ocupación en Cisjordania, los constantes golpes preventivos contra Hezbolá en Líbano, y una serie de ataques estratégicos en Siria, Yemen e Irak. Además, hay que sumar el descabezamiento de la cúpula científico-militar del régimen de Irán, un actor clave en la región, y acciones incluso tan lejanas como el uso de drones en Túnez para acosar a la Global Sumud Flotilla, evidenciando una estrategia de amplio espectro.
Esta demostración de fuerza israelí, de alcance regional, no puede entenderse sin la perspectiva de los intereses del presidente de Estados Unidos. Washington, tradicionalmente un actor principal en la región, busca reafirmar su posición como potencia preponderante en el complejo escenario geopolítico de Oriente Medio. El apoyo estadounidense a las operaciones de Israel, tanto diplomático como militar, subraya una estrategia conjunta para contener influencias adversas y mantener la estabilidad, o al menos el control, en una zona vital para los intereses energéticos y de seguridad global. La interconexión entre las acciones de Israel y los objetivos estratégicos de Trump es un factor determinante en la actual dinámica de poder en la región, marcando un antes y un después tras los eventos de octubre de 2023.
Expansión de asentamientos
Uno de los frentes más visibles y persistentes de la estrategia israelí tras el 7 de octubre de 2023 ha sido la intensificación de la ocupación en Cisjordania. Las operaciones militares en esta región han aumentado drásticamente, con incursiones casi diarias en ciudades y campos de refugiados palestinos. Estas acciones, justificadas por Israel como medidas antiterroristas, han llevado a un incremento significativo de detenciones y enfrentamientos. Paralelamente, se ha observado una aceleración en la expansión de los asentamientos israelíes, una política que ha sido condenada por la comunidad internacional y que complica aún más la viabilidad de un futuro Estado palestino. La presencia militar y civil israelí en Cisjordania se ha fortalecido, generando una creciente tensión y un deterioro de las condiciones de vida para la población palestina, que se siente cada vez más acorralada y despojada de sus tierras. Pese a algunos reconocimientos internacionales, el papel de la Autoridad Nacional Palestina se encuentra más en tela de juicio que nunca.
Amenaza del frente norte
El frente norte, con la milicia chií Hezbolá en Líbano, ha sido otro punto caliente de la estrategia de Netanyahu. Desde el 7 de octubre de 2023, los intercambios de fuego transfronterizos entre Israel y Hezbolá se han vuelto una constante, elevando la preocupación por una escalada a gran escala. Israel ha llevado a cabo ataques aéreos y de artillería contra posiciones de Hezbolá en el sur de Líbano, buscando degradar sus capacidades militares y disuadir cualquier intento de abrir un segundo frente significativo. También llevó a cabo intensas campañas de bombardeos en la capital, Beirut, asesinando al líder local islamista Hasán Nasralá; articuló la operación de inteligencia que infiltró buscas con explosivos en el seno del organigrama chií. La milicia libanesa, apoyada por Irán, posee un vasto arsenal de misiles y cohetes, lo que representa una amenaza considerable para la seguridad de Israel. La contención de Hezbolá es crucial para la estrategia de defensa israelí, que busca evitar una guerra multifrente que podría desestabilizar aún más la región.
Ataques estratégicos en Siria, Yemen e Irak
La estrategia de Israel se ha extendido más allá de sus fronteras inmediatas, alcanzando objetivos estratégicos en Siria, Yemen e Irak. En Siria, Israel ha continuado con su política de ataques aéreos, principalmente dirigidos contra cargamentos de armas iraníes y posiciones de milicias pro-iraníes que buscan establecer una presencia permanente cerca de la frontera israelí. En el transcurso de este tiempo se ha dado la caída del régimen de Bachar al Assad, sustituido en la actualidad por un conglomerado patrocinado por Turquía. Sin embargo, Israel continúa teniendo presencia territorial, en este caso por parte de la minoría drusa. Asimismo, ha reafirmado su dominio en los Altos del Golán, ampliando su capacidad de actuación en la zona. Los ataques en este escenario han contribuido de forma notable a impedir el fortalecimiento del llamado «eje de resistencia» liderado por Irán.
En Yemen, la preocupación israelí se centra en los ataques de los hutíes, respaldados por Irán, contra la navegación en el mar Rojo, que han afectado el comercio global y la seguridad marítima. Aunque Israel no ha confirmado operaciones directas, su interés en la seguridad de las rutas marítimas y la contención de los hutíes es evidente. Sus puertos han sido bombardeados en repetidas ocasiones, así como puntos estratégicos desde los cuales los rebeldes amparados por Teherán lanzan recurrentemente ataques aéreos con drones y misiles contra territorio israelí.
En Irak, por su parte, se han reportado en los últimos tiempos ataques selectivos contra milicias chiíes pro-iraníes, que también forman parte de la red de influencia de Teherán en la región, buscando desmantelar su infraestructura y capacidad operativa.
El descabezamiento de la amenaza iraní
Un aspecto crucial de la estrategia israelí, a menudo operando en la sombra, ha sido el descabezamiento de la cúpula científico-militar del régimen de Irán. Los doce días de guerra y los bombardeos sobre instalaciones de desarrollo nuclear, así como los ataques selectivos contra capitostes de la Guardia Revolucionaria, han marcado la demostración de fuerza israelí ante uno de sus principales enemigos históricos.
No hay que ignorar, a su vez, las actividades más opacas atribuidas a sus servicios de inteligencia, que representan una guerra encubierta de alta intensidad. La desestabilización de la cúpula iraní es vista como una forma de reducir la amenaza existencial percibida por Israel y de limitar la influencia de Teherán en la región.
Drones en Túnez y el acoso a la Global Sumud Flotilla
Incluso en lugares geográficamente más distantes como Túnez, se han reportado acciones que se enmarcan en la estrategia de Israel. La mención de drones en Túnez para acosar a la Global Sumud Flotilla subraya la amplitud de las operaciones israelíes.
La Global Sumud Flotilla es una iniciativa civil que busca romper el bloqueo marítimo impuesto a la Franja de Gaza, que lleva camino de cumplir dos décadas, llevando ayuda humanitaria y visibilizando la situación en el enclave palestino costero. El acoso a estas flotillas, que a menudo se realiza en aguas internacionales, tiene como objetivo impedir que lleguen a Gaza y desafíen el bloqueo. Estas acciones demuestran la determinación de Israel de mantener el control sobre el acceso marítimo a Gaza y de neutralizar cualquier intento de romper su aislamiento, incluso si ello implica operaciones en zonas alejadas de su territorio inmediato, o si con ello apresan a representantes de la soberanía nacional de otros países, como esta vez ha sido el caso.
La visión del Gran Israel: Un concepto histórico y político
El concepto del «Gran Israel» es una idea política y religiosa que ha influido en la ideología de ciertos sectores del sionismo, incluyendo el partido Likud de Netanyahu. Históricamente, se refiere a la aspiración de establecer la soberanía israelí sobre un territorio que va más allá de las fronteras reconocidas internacionalmente, a menudo incluyendo toda la Cisjordania (Judea y Samaria bíblicas) y, en algunas interpretaciones más extremas, incluso partes de Líbano, Siria, Jordania y Egipto. Esta visión se basa en interpretaciones religiosas y referencias bíblicas, así como en argumentos históricos y de seguridad.
Para sus defensores, la expansión territorial es vista como una necesidad para la seguridad y la identidad nacional de Israel. Sin embargo, para la comunidad internacional y los palestinos, esta aspiración es una fuente de conflicto y un obstáculo para la paz, ya que implica la anexión de territorios ocupados y la negación de los derechos palestinos a la autodeterminación. La persistencia de esta idea en la agenda política israelí, especialmente tras el 7 de octubre de 2023, es un factor clave para entender las decisiones y acciones del gobierno actual. Finalmente, la demostración de fuerza israelí en múltiples frentes no es un fenómeno aislado, sino que se entrelaza con los intereses estratégicos de Estados Unidos en la región; el intento de Trump por mantener la hegemonía en un punto en que el Sur Global comienza a moverse en este asunto es un elemento crucial en el análisis de la situación actual.
Armandomira per vont, aqui no ha arribat en multinick