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Diplomacia

Al Shara, de proscrito a ser recibido con honores por Putin en el Kremlin

La figura del actual mandatario sirio ha experimentado un cambio radical en la percepción internacional en un tiempo relativamente corto

Encuentro de ambos mandatarios en el Kremlin | Foto: Reuters - Alexander Zemlianichenko

| Moscú |

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y su homólogo sirio, Ahmed al Shara, han protagonizado este pasado miércoles un encuentro de alto nivel en Moscú, marcando un hito en las relaciones bilaterales. Esta cita, considerada inédita por su relevancia, se produce en un momento crucial para Siria, tras la salida del expresidente Bachar al Assad, quien huyó a territorio ruso en diciembre de 2024. Ambos líderes han optado por enfatizar la «relación especial» y los «lazos históricos» que, según sus palabras, unen a sus respectivos países, evitando cualquier mención directa al anterior dirigente sirio, cuya ausencia ha reconfigurado el panorama geopolítico de la nación árabe.

La reunión en el Kremlin ha estado cargada de simbolismo y expectativas. En las horas previas al encuentro, diversas fuentes internacionales especulaban con la posibilidad de que uno de los temas centrales a tratar fuera la extradición del anterior presidente sirio, una cuestión delicada que podría influir en las posiciones portuarias militares de Moscú en la zona. Rusia, que fue un aliado incondicional del régimen de Al Assad durante años, aspira ahora a conservar y, si cabe, ampliar sus instalaciones militares en Siria, consolidando así su grado de influencia en una región de vital importancia estratégica.

Durante las breves declaraciones previas a la reunión, el presidente Putin expresó su satisfacción por la visita. «Estamos encantados de recibirle en Moscú», afirmó el mandatario ruso, quien destacó unas relaciones que, según sus propias palabras, se remontarían a más de ocho décadas atrás y que perduran «al margen de cualquier consideración política momentánea». Por su parte, Al Shara agradeció la «hospitalidad» y los mensajes de apoyo recibidos para lo que ha denominado una «nueva era» en Siria. «Estamos presentando esta nueva Siria al mundo y el mundo está viniendo a conocer esta nueva Siria», explicó el líder sirio, según las declaraciones divulgadas por el Kremlin en un comunicado oficial.

La figura de Ahmed al Shara ha experimentado un cambio radical en la percepción internacional en un tiempo relativamente corto. De ser considerado un actor marginal o incluso proscrito en el escenario global, su recepción en el Kremlin por parte de Putin lo eleva a la categoría de socio estratégico. Este giro diplomático no solo legitima su liderazgo ante la comunidad internacional, sino que también envía un mensaje claro sobre la voluntad de Rusia de mantener su presencia e influencia en Siria, independientemente de quién ocupe la presidencia de forma coyuntural. La «nueva era» a la que alude Al Shara implica una reorientación de la política exterior siria, buscando nuevos puentes y revitalizar «todo el abanico de las relaciones», con la estabilidad como «prioridad más importante» tanto para Siria como para el conjunto de la región. Este enfoque pragmático busca reconstruir un país devastado por años de conflicto, y el apoyo de una potencia como Rusia se antoja fundamental para sus aspiraciones.

La implicación de Rusia en Siria va más allá de la mera diplomacia; responde a intereses geoestratégicos y económicos de gran calado. La conservación de sus instalaciones militares, como la base naval de Tartus y la base aérea de Hmeimim, es crucial para la proyección de poder de Moscú en el Mediterráneo y Oriente Medio. Estas bases representan un pilar fundamental en la estrategia de defensa y seguridad rusa. Además, el vice primer ministro ruso, Alexander Novak, confirmó tras la reunión el interés de Moscú por mantener sus actuales operaciones en los yacimientos petroleros de Siria y participar activamente en el desarrollo de otros nuevos. Esta colaboración se extiende también al desarrollo de infraestructuras de transporte críticas y de redes de transporte, elementos esenciales para la reconstrucción y la estabilidad económica del país. Putin, de hecho, aplaudió específicamente las elecciones previstas, calificándolas de «gran éxito» que espera que pueda ayudar a «consolidar la sociedad» en estos nuevos y «complicados» tiempos, un respaldo que subraya la legitimidad que Rusia otorga al nuevo gobierno sirio.

El futuro de Bachar al Assad, ¿factor de tensión?

La ausencia de mención a Bachar al Assad durante el encuentro, y su actual estatus de exiliado en Rusia, añade una capa de complejidad a las relaciones. La especulación sobre una posible extradición del expresidente sirio, aunque no confirmada, pone de manifiesto la delicada posición de Moscú en esta cuestión. Si bien Rusia le ha brindado asilo, la posibilidad de utilizar a Al Assad como moneda de cambio en futuras negociaciones o como un elemento de presión no puede descartarse por completo. La decisión de no aludir a él en público sugiere una voluntad de pasar página y centrarse en la nueva etapa con Ahmed al Shara, pero la sombra del expresidente sigue planeando sobre el futuro de Siria.

Al Shara ha emergido como una figura clave en la transición siria, asumiendo el liderazgo en un momento de profunda transformación para el país. Su ascenso al poder, tras años de conflicto y la eventual salida de Bachar al Assad, lo posiciona como el rostro de la «nueva Siria» que busca presentarse al mundo. Aunque los detalles sobre su trayectoria política con orígenes yihadistas y su actual base de apoyo son aún objeto de análisis por parte de la comunidad internacional, sus palabras en Moscú sugieren una visión pragmática centrada en la reconstrucción nacional y la búsqueda de estabilidad. Su capacidad para tender puentes y revitalizar las relaciones internacionales marcarán el futuro de Siria, nación que necesita urgentemente apoyo para su recuperación económica y social.

La recepción de Ahmed al Shara en el Kremlin por parte de Putin es un evento que entraña profundas implicaciones para el equilibrio de poder en Oriente Medio. Este encuentro no solo consolida la influencia rusa en Siria, sino que también podría reconfigurar las alianzas y las dinámicas regionales. Para países como Irán, un aliado tradicional de Siria, este acercamiento podría significar una nueva fase de coordinación o, por el contrario, generar ciertas tensiones si los intereses no se alinean completamente. Turquía, con sus propias ambiciones en el norte de Siria, mantiene su atención fija en desarrollos que incidirán de forma clara en su seguridad fronteriza. En definitiva, este movimiento diplomático de Rusia y Siria podría ser el preludio de nuevas dinámicas en el tablero geopolítico, con un impacto significativo en la estabilidad a largo plazo de una de las regiones más volátiles del mundo.

1 comentario

user MenClubAbalos | Hace 2 meses

El corta cabezas de cristianos sirios es recibido con honores Que asco de mundo

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