El mercado de las criptomonedas ha experimentado un marcado retroceso en las últimas jornadas, con el Bitcoin, su principal referente, cayendo hasta la zona de los 95.000 dólares al cierre de la primera quincena de noviembre. Este descenso se produce en un contexto de creciente aversión al riesgo en los mercados financieros globales, impulsado por una serie de factores macroeconómicos y políticos. La principal causa de este deterioro del sentimiento inversor radica en la drástica reducción de las expectativas de un recorte de tipos de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, inicialmente previsto para diciembre de 2025, lo que ha disipado parte del optimismo que sostenía a los activos más especulativos.
Esta situación se ha visto agravada por la profunda incertidumbre económica en Estados Unidos, derivada del prolongado cierre del gobierno federal, que se extendió durante varias semanas en el último trimestre de 2025. Dicho cierre tuvo como consecuencia la imposibilidad de publicar los informes oficiales de empleo e inflación correspondientes a octubre de 2025, datos cruciales para la toma de decisiones. La ausencia de esta información macroeconómica vital dejó a la Reserva Federal con un panorama menos claro de cara a su reunión de diciembre, lo que, a su vez, provocó una revisión a la baja de las probabilidades de un recorte de tipos de 25 puntos básicos, pasando del 63,8% al 45,4%, según las estimaciones de mercado más recientes. Esta falta de visibilidad complica sobremanera la política monetaria y genera un clima de cautela generalizada.
En este complejo escenario, los activos considerados de mayor riesgo, entre los que se incluyen las criptomonedas, han sido los más afectados, registrando una presión vendedora notablemente más pronunciada. El Bitcoin, en particular, ha acumulado cerca de un 9% de pérdidas en la última semana, lo que le encamina a cerrar su tercera semana consecutiva en terreno negativo. Este desempeño subraya la fragilidad inherente del mercado de criptoactivos y la ausencia de catalizadores positivos que puedan impulsar su cotización a corto plazo. Además, este retroceso coincide con un significativo debilitamiento de la demanda institucional, un factor que hasta ahora había actuado como un pilar fundamental para el crecimiento y la estabilidad del mercado de Bitcoin.
El impacto del cierre gubernamental en la economía
El prolongado cierre del gobierno federal estadounidense, que se produjo en el último trimestre de 2025, no solo generó un vacío de datos económicos esenciales, sino que también sembró una profunda desconfianza entre los inversores. Históricamente, estos episodios de parálisis administrativa han demostrado tener un impacto negativo en la percepción de la estabilidad económica del país. La interrupción de servicios gubernamentales y la incertidumbre sobre la capacidad de los legisladores para llegar a acuerdos presupuestarios afectan directamente la confianza empresarial y del consumidor. En esta ocasión, la imposibilidad de obtener los informes de empleo e inflación del décimo mes del año en curso fue particularmente perjudicial, ya que la Reserva Federal depende en gran medida de estos indicadores para calibrar su política monetaria. La ausencia de una imagen clara de la salud económica dificulta la toma de decisiones y fomenta la cautela en los mercados financieros globales.
Uno de los factores más preocupantes para el mercado de Bitcoin ha sido el debilitamiento de la demanda por parte de inversores institucionales. Durante gran parte de 2025, la entrada de capital institucional, facilitada en parte por la aprobación de los fondos cotizados en bolsa (ETFs) de Bitcoin al contado a principios de este 2025, había sido un motor fundamental para el crecimiento del activo. Sin embargo, en las últimas semanas, se ha observado una salida neta de capital de estos productos de inversión. Esta tendencia sugiere que grandes fondos y gestores de activos están reduciendo su exposición a las criptomonedas, lo que amplifica la presión vendedora. La demanda institucional no solo aporta capital, sino que también confiere legitimidad y estabilidad al mercado, por lo que su retirada es una señal de alarma para muchos analistas. La evolución de los flujos de los ETFs de Bitcoin será un indicador clave para monitorizar el sentimiento institucional en los próximos meses.
El Bitcoin, por su propia naturaleza, es un activo conocido por su alta volatilidad. Aunque ha demostrado ser una inversión rentable a largo plazo para muchos, sus fluctuaciones a corto plazo pueden ser extremas. El actual retroceso, con una caída semanal cercana al 9% y tres semanas consecutivas en negativo, es un recordatorio de esta característica. Si bien algunos analistas sugieren que estas correcciones podrían representar oportunidades atractivas para inversores de largo plazo que buscan acumular activos a precios más bajos, el consenso a corto plazo apunta a una mayor cautela. La falta de datos económicos claros y la incertidumbre sobre los próximos movimientos de la Fed significan que la presión sobre el precio del Bitcoin podría persistir. Los inversores están a la espera de señales más claras sobre la dirección de la política monetaria y la estabilidad macroeconómica antes de retomar posiciones de riesgo.
Bitcoin se está utilizando como simple herramienta de especulación. Hay altcoins que tienen una tecnología y uso real enormemente superiores a Bitcoin. Este mundo todavía es inmaduro pero en unos años iremos viendo grandes cambios.