La administración Trump lo tiene claro: el gobierno «radical» de Sudáfrica es contraproducente para los intereses de sus propios nacionales, y por este y otros motivos Estados Unidos no extenderá una invitación a Pretoria para participar en el nuevo G20, el grupo de las mayores economías mundiales. El departamento de Exteriores norteamericano asevera que «hay espacio para el desacuerdo de buena fe, pero no para la deshonestidad o el sabotaje», y carga duramente contra los dirigentes que siguieron al mandatario Nelson Mandela. Por esta razón, entre otras, Estados Unidos no tiene previsto cursar una invitación a Pretoria para que participe en el renovado G20. El Departamento de Estado, bajo la dirección de Marco Rubio, ha enfatizado que, si bien «hay espacio para el desacuerdo de buena fe», no lo hay «para la deshonestidad o el sabotaje». Para Washington las políticas actuales han llevado a la nación africana a una situación económica precaria.
Las acusaciones del secretario de Estado son contundentes y apuntan directamente a la gestión económica y social del país africano. Rubio ha declarado que «la economía de Sudáfrica se ha estancado bajo un régimen regulatorio oneroso impulsado por agravios raciales». Además, lamenta que «los sucesores de Mandela han reemplazado la reconciliación por políticas redistributivas que desincentivaron la inversión e hicieron que los ciudadanos más talentosos de Sudáfrica se fueran al extranjero». La crítica se extiende a las «cuotas raciales», que, según el Departamento de Estado, «han paralizado al sector privado», mientras que la rampante «corrupción lleva al Estado a la bancarrota». En el centro de esta polémica, se encuentra también la presunta represión que el estado sudafricano ejerce sobre la comunidad afrikáner, un punto de fricción adicional en las relaciones bilaterales.
Bajo el liderazgo del presidente Trump, el G20 se reestructurará en cuatro grupos de trabajo específicos, con el objetivo de lograr avances significativos en tres áreas clave. Estas incluyen la eliminación de cargas regulatorias excesivas, el desbloqueo de cadenas de suministro para garantizar una energía asequible y segura, y el impulso de nuevas tecnologías e innovación. Las primeras reuniones de preparación y finanzas están programadas para celebrarse en Washington D. C. los días 15 y 16 de diciembre de 2025, marcando el inicio de una serie de encuentros que se extenderán a lo largo de 2026. En un momento en que la economía global se enfrenta a los profundos cambios impulsados por tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial y en algunos sectores deja atrás las preocupaciones ideológicas en torno a la energía verde, el presidente estadounidense se muestra dispuesto a liderar este nuevo camino.
El Grupo de los Veinte (G20)
El G20, o Grupo de los Veinte, es un foro internacional que reúne a los gobiernos y gobernadores de bancos centrales de las 19 economías más grandes del mundo, más la Unión Europea. Fundado en 1999, su objetivo principal es discutir políticas relacionadas con la promoción de la estabilidad financiera internacional. Representa aproximadamente el 80 % del producto interior bruto (PIB) mundial, dos tercios de la población global y el 75 % del comercio internacional. Las decisiones y debates que tienen lugar en sus cumbres y reuniones ministeriales suelen tener un impacto considerable en la dirección de la economía global y en la coordinación de políticas entre sus miembros. La reconfiguración propuesta por la administración Trump busca reorientar sus prioridades hacia la desregulación y la innovación tecnológica, marcando un posible cambio de paradigma en su agenda.
El secretario de Estado, Marco Rubio, ha delineado con precisión la estrategia de Estados Unidos para la conformación de este nuevo G20. Según sus palabras, «invitaremos a amigos, vecinos y socios al G20 estadounidense». La intención es clara: «Daremos la bienvenida a las economías más grandes del mundo, así como a socios y aliados emergentes a la mesa de Estados Unidos». Esta declaración subraya una política de alianzas estratégicas, donde la afinidad ideológica y los intereses económicos compartidos parecen ser criterios fundamentales. Un ejemplo palpable de esta nueva orientación es la invitación a Polonia, una nación que, en palabras de Rubio, «alguna vez estuvo atrapada detrás del telón de acero pero que ahora se encuentra entre las 20 economías más grandes del mundo», y que «se unirá a nosotros para asumir su lugar legítimo» en este foro de élite. Esta inclusión no solo reconoce el crecimiento económico de Varsovia, sino que también envía un mensaje geopolítico sobre la importancia de las democracias emergentes en la esfera global.
¿Qué implicaciones tiene la exclusión de Sudáfrica del G20?
La decisión de la administración Trump de no invitar a Sudáfrica al G20 tiene múltiples implicaciones, tanto para el país africano como para la dinámica del foro internacional. A nivel simbólico, la marginación de Sudáfrica, una de las economías más grandes de África y miembro de los BRICS, podría ser interpretada como un intento de redefinir las alianzas globales y de priorizar a socios que se alineen más estrechamente con la actual visión económica y política de Estados Unidos. Esta medida podría generar un debate más amplio sobre la representatividad y la legitimidad del G20 como foro de gobernanza económica global.
En 2026, Estados Unidos asumirá la importante tarea de ser anfitrión de las 20 economías más grandes del mundo, un evento que no se produce desde 2009. Esta cumbre, que coincidirá con el 250º aniversario de la independencia de Estados Unidos, se presenta como una oportunidad única para celebrar y proyectar los valores fundamentales que, según la administración, han cimentado la grandeza del país. El secretario de Estado concluye con entusiasmo, afirmando que «mostraremos estos valores y más cuando recibamos la Cumbre de Líderes del G20 en diciembre de 2026 en una de las grandes ciudades de Estados Unidos: Miami, Florida». La elección de este centro neurálgico de comercio y cultura subraya la intención de proyectar una imagen de dinamismo y apertura económica. Los objetivos del nuevo G20, tal como los ha articulado la administración Trump, se centran en una agenda económica pragmática y orientada al crecimiento. Sus objetivos de hecho reflejan una clara preferencia por un modelo de crecimiento impulsado por el mercado y la tecnología, con una menor intervención estatal y una mayor autonomía energética.
La verdadera razón por lo que trump odia a Sudáfrica. es por haber llevado al genocida Netanyahu y a sus secuaces terrosionistas a la corte penal internacional. Todo lo que cuenta son excusas y mentiras. Como es sabido trump es más sionista que los sionistas mismos . Cualquiera que se meta con el llamado malamente estado de Israel lo declara enemigo número uno..