Toni Campins es un ingeniero jubilado que no tiene ninguna relación con los coches clásicos y además no se considera un coleccionista. Eso sí, le encantan los coches todoterreno y por eso no dudó en comprar, a precio de saldo, nos dijo, este precioso Jeep Viasa de 1970 que encontró abandonado y del que se encaprichó.
El vehículo, nos reconoce, estaba en muy malas condiciones, pues llevaba mucho tiempo abandonado y además de los problemas lógicos y esperados de motor, tenía la carrocería con bastantes deficiencias. Pero como reconoce Campins, «el coche me gustaba» y por eso emprendió la dura tarea de ir poco a poco restaurándolo, hasta devolverle parte de su esplendor. También reconoce que no sabe nada de mecánica y que todo el trabajo lo ha encargado a mecánicos profesiones, por eso ha tenido que ir por pasos para poder hacer frente a los gastos. Al final, y tras tres años de trabajos, el resultado es el que se puede apreciar en las fotografías, aunque admite que todavía quedan algunos retoques finales para dejarlo como a él le gustaría.
EL TODOTERRENO ESPAÑOL
En cuanto al vehículo, decir que en 1959 la empresa Material Móvil y Construcciones S. A. –que pertenecía a la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles de Beasain (Guipúzcoa), CAF– suscribió un acuerdo con Kaiser –en aquel momento propietaria de Willys– para fabricar el denominado Jeep Universal, el CJ-3B, en España. Para ello creó la empresa Vehículos Industriales y Agrícolas, S. A. (VIASA) y en ese mismo año salió de la factoría zaragozana de Campo Sepulcro el primer Jeep español, si bien el inicio de la producción en serie tuvo lugar en 1960 y hasta 1963 se compaginó con la producción de tractores de la marca Fiat. Esta primera unidad todavía poseía componentes seguramente procedentes de excedentes americanos; pero a partir de la unidad 200, el 100 % de los componentes de los Willys-Viasa fue nacional.
Las primeras unidades, que venían equipadas con el motor de gasolina ‘Go Devil' con válvulas laterales, fueron acaparadas casi en exclusiva por el Ejército, que no tardó en homologarlo como vehículo de 1/4 de tonelada de carga. Pero pronto Viasa buscó la expansión en el mercado civil, para lo cual incorporó un motor diésel Perkins de 51 CV –también un motor Barreiros a partir de 1961–. Después de años de esplendor, en 1983 llegó el cese de la producción.