El presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo ruso, Dimitri Medvedev, firmaron ayer en Praga un histórico tratado para la reducción de su armamento nuclear heredero del START I. El mandatario norteamericano destacó que con el nuevo acuerdo se pone fin al "distanciamiento" entre los dos países, motivado por el escudo antimisiles, si bien el ruso reconoció que sigue habiendo discrepancias sobre esta cuestión.
Tras meses de debate, el nuevo pacto compromete a ambas potencias a reducir en un 30 por ciento en siete años sus arsenales nucleares, que aun así seguirán representando un amplio porcentaje de la capacidad atómica mundial.
El acuerdo, vigente durante los próximos diez años y sucesor del firmado en 1991, con la caída de la Unión Soviética aún reciente, reduce las ojivas operacionales desplegadas a 1.550, frente a las 2.200 contempladas en el Tratado de Moscú firmado en 2002 por el ex presidente George W. Bush. Además, limita a 800 el total de lanzaderas, la mitad de las permitidas bajo el START I, vigente hasta diciembre del año pasado--. También revisa el sistema de inspecciones, que pasa de permanente a puntual. Medvedev y Obama firmaron este histórico compromiso en un castillo de Praga, en una ceremonia que marcó también un impulso en las relaciones bilaterales de los que fuesen enemigos durante la Guerra Fría. Parecen olvidadas, en este contexto, las rencillas entre Moscú y Washington a cuenta de la guerra de 2008 entre Rusia y Georgia.
"Cuando Estados Unidos y Rusia no son capaces de trabajar juntos en grandes asuntos, no es bueno ni para nuestras naciones ni es bueno para el mundo", declaró Obama en la rueda de prensa conjunta tras estampar su firma y en la que denominó a su homólogo "amigo y aliado". El último premio Nobel de la Paz calificó el día de hoy como "un hito importante para la seguridad nuclear y la no proliferación", pero también "para las relaciones entre Estados Unidos y Rusia".
Por su parte, Medvedev habló de "suceso verdaderamente histórico" para referirse a la firma del START II, que confía en que abra "una nueva página" en las relaciones con Washington. El presidente ruso aplaudió que en el pacto "ambas partes (firmantes) salen ganando", al tiempo que celebró la "muy buena relación personal y la muy buena química" que tiene con Obama.
Ambos dirigentes cenaron anoche junto a once jefes de Estado y de Gobierno de países del centro y este de Europa, en un gesto que parece encaminado a demostrar que Estados Unidos no renuncia a sus aliados de la OTAN en favor de Moscú. Obama también habló antes de partir de Washington con el presidente georgiano, Mijail Saakashvili, para reiterarle su respaldo.