Dos guardias civiles y su traductor -español de origen iraní- fueron asesinados ayer por un conductor de la Policía afgana en la ciudad Qala e Naw cuando estaban dando clase a un grupo de agentes de ese país, en lo que el Ministerio del Interior calificó de atentado terrorista premeditado.
Los fallecidos son el capitán José María Galera Córdoba, de 33 años y natural de Albacete; el alférez Abraham Leoncio Bravo Picallo, de la misma edad y nacido en Vimianzo (A Coruña); y el traductor Ataollah Taefi Kalili, de 55, que residía en la localidad zaragozana de Cuarte de Huerva.
Su presunto agresor, identificado como Ghulam Sakhi y que según fuentes de la investigación trabajaba como conductor del capitán de la Policía Nacional afgana en Qala e Naw, también resultó muerto cuando otros guardias civiles presentes en el momento del atentado respondieron a sus disparos.
Los primeros datos recibidos desde Afganistán -facilitados en rueda de prensa por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba- apuntaban a que el agresor era el chófer del capitán Galera desde que éste llegó a Afganistán hace cinco meses, pero finalmente se comprobó que no es así y que no tenía relación con los miembros de la misión española.
Según el relato ofrecido en rueda de prensa por el titular de Interior, los hechos tuvieron lugar a las 6:20 horas de la mañana en la antigua base de Qala e Naw, en la provincia afgana de Badghis, cuando guardias civiles y militares españoles impartían una clase de formación a 47 miembros de la Policía afgana y Sakhi "abrió fuego con un fusil de asalto".
Tras el tiroteo, añadió Rubalcaba, un grupo de ciudadanos afganos se acercó a las inmediaciones de la base y protagonizó un "intento de asalto" que fue repelido por miembros del Ejército afgano, que según fuentes de Interior es el responsable de la seguridad de las instalaciones.
Estas fuentes precisaron, además, que el motivo del intento de asalto a la base pudo ser la intención de los afganos de recuperar el cadáver del autor de la muerte de los guardias civiles.
El ministro aseguró desconocer si tras lo sucedido están los talibanes -que en un comunicado se atribuyeron la planificación del ataque y aseguraron que Sakhi estaba en contacto con ellos desde hacía dos meses-, pero no dudó en calificar lo ocurrido como un atentado terrorista premeditado.
"Quien disparó sabía perfectamente lo que estaba haciendo", dijo Rubalcaba, que junto a la titular de Defensa, Carme Chacón, se reunió por la tarde para analizar los últimos datos sobre el atentado con el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Félix Sanz Roldán; el comandante del Mando de Operaciones, teniente general Jaime Domínguez Buj, y mandos de la Guardia Civil.
La conclusión a la que llegaron es que tanto el asesinato de los guardias civiles y del traductor como los incidentes posteriores en el exterior de la base fueron premeditados y organizados por la insurgencia, informaron a Efe fuentes gubernamentales.
Los dos oficiales fallecidos estaban destinados en el Centro de Adiestramientos Especiales de la Unidad de Acción Rural, con base en Logroño, y desde el pasado mes de marzo formaban parte de una misión de la OTAN para el entrenamiento y formación de la Policía afgana.