La presión popular continúa provocando vertiginosos cambios en Túnez, donde el Gobierno anunció ayer la restitución al Estado de todos los bienes del RCD, el partido que controlaba todos los resortes del poder en el régimen del derrocado presidente Zine el Abidín Ben Alí.
El primer Consejo de Ministros del nuevo Gobierno de transición decidió incautar "todos los bienes muebles e inmuebles" de la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), cuyas estructuras en todo el país se confundieron con las públicas durante los 23 años de mandato del presidente depuesto.
Aunque los ministros del anterior régimen continúan en los puestos claves del Ejecutivo de transición, abandonaron ayer su militancia en el RCD, provocando que éste quedará descabezado y tuviese que anunciar la disolución de su máximo órgano de dirección.
Y todo esto sucedía después de que en la calle miles de personas volvían a manifestarse ayer para demandar la desaparición de la vida política tunecina del partido que sostenía a Ben Alí.
Tras conseguir romper el fuerte cordón policial que les contenía en el centro de la capital, cerca de 5.000 personas, entre ellas cientos de mujeres, marcharon hasta la sede principal del RCD, un lujoso rascacielos acristalado de más de 30 plantas convertido en el símbolo del poder del anterior régimen.
Cuando llegaron ante el edificio, los militares y los policías que lo custodiaban, atemorizados ante la masa enfurecida, lanzaron en un primer momento disparos al aire.
Pero, tras unos momentos de tensión, los agentes de Policía se retiraron y los militares tomaron el control de la situación, limitándose a formar un cordón de soldados alrededor de la sede para contener a los manifestantes.
Muchos de ellos se abrazaban y besaban a los soldados, mientras les colocaban geranios rojos en el cañón de los fusiles, gritaban consignas contra el RCD y entonaban el himno nacional.
El Ejército tunecino, a diferencia de la Policía, es muy querido y respetado en el país.