Trece soldados de la misión de la OTAN en Afganistán, tres civiles y un policía afganos murieron ayer en Kabul en el más sangriento ataque suicida registrado contra las tropas extranjeras desde su llegada al país, en el año 2001.
El ataque tuvo lugar en torno a las 11.15 de la mañana hora local en la plaza de Darulamán, junto al viejo palacio del mismo nombre, y según distintas fuentes fue cometido por un insurgente que circulaba en un todoterreno cargado de explosivos.
El suicida se lanzó en el vehículo, un Toyota Surf, contra un convoy de la fuerza internacional que transportaba a diario a formadores militares encargados de preparar a las tropas afganas, explicó a Efe un portavoz talibán, Zabiulá Muyahid.
Testigos y fuerzas del orden aseguraron que la explosión fue muy potente y que causó el vuelco de un vehículo de la fuerza internacional.
En imágenes emitidas por los canales televisivos locales podía verse una columna de denso humo negro elevándose desde ese vehículo ladeado, y un policía sobre el terreno dijo a Efe haber visto al menos a "diez soldados internacionales" muertos y uno herido.
La misión de la OTAN guardó mutismo durante varias horas y, aunque primero reconoció que había "bajas" entre sus soldados, sin llegar a precisar si se trataba de muertos o heridos, más tarde un portavoz confirmó a Efe que había "trece soldados fallecidos".