La llegada a la Catedral de Moscú de un cinturón tejido, según la tradición ortodoxa, por la Virgen María y al que atribuyen efectos milagrosos para la salud ha desatado una auténtica locura de fervor religioso con colas bíblicas de hasta 100.000 fieles.
"Esto es un milagro que ocurre una vez en la vida. El cinturón lo han traído desde Grecia para devolver la fe a los rusos", aseguró ayer a Efe Marina, una profesora de secundaria que llegó procedente de Arjánguelsk (1.200 kilómetros al norte de la capital rusa).
Marina es sólo una de los cientos de miles de peregrinos y curiosos que desde hace una semana desafían las bajas temperaturas y hacen cola durante horas para venerar la reliquia cedida por el monasterio ortodoxo griego de Vatopediou del Monte Athos.
Los moscovitas no salen de su asombro, ya que colas similares de varios kilómetros no se veían en Moscú desde la muerte del dictador soviético Iosif Stalin (1953) o desde que Yuri Gagarin se convirtiera en el primer astronauta de la historia (1961).
Las colas incluyen a muchas personas con enfermedades crónicas o de parejas convencidas que el cinturón cura la infertilidad.