Benedicto XVI dijo ayer que debido a la secularización que avanza en Europa el viejo continente, "una fecunda tierra de raíces cristianas", corre el riesgo de convertirse "en un desierto inhóspito", y la buena semilla, de verse "ahogada, pisoteada y perdida".
El pontífice hizo esta manifestación en el discurso que dirigió en el Vaticano a los obispos italianos que participan en la 64 Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), en la que aseguró que la crisis que "hiere" a Europa es una crisis espiritual y moral y que en la base de la misma está la pretensión del hombre de vivir como si Dios no existiese.
El Obispo de Roma afirmó que el secularismo que azota a Europa, "sociedad de antigua tradición cristiana", está erosionando el tejido cultural que hasta hace no mucho tiempo era un punto de referencia.
"El patrimonio espiritual y moral en el que Occidente hunde sus raíces y que constituye su linfa vital no forma ya parte de su valor, y así una tierra fecunda corre el riesgo de convertirse en un desierto inhóspito y la buena semilla, ser ahogada, pisoteada y perdida", subrayó el pontífice.
El Papa Ratzinger agregó que hay una "señal evidente", y es la disminución de la práctica religiosa, "visible" en la participación en la Liturgia Eucarística "y aún más" en el sacramento de la penitencia.
"Muchos bautizados han perdido la identidad y pertenencia, no conocen los contenidos esenciales de la fe y piensan poder cultivarla prescindiendo de la mediación eclesial, y mientras muchos miran de manera dudosa las enseñanzas de la Iglesia, otros reducen el reino de Dios a algunos grandes valores, pero que no tienen que ver con el núcleo central de la fe cristiana", afirmó.
En esa línea, Benedicto XVI denunció que muchas personas han excluido a Dios de su vida y que "cuando no se muestran indiferentes, cerradas o rechazan el discurso sobre Dios, intentan relegarlo al ámbito privado, marginándolo de la conciencia pública".