El Papa Benedicto XVI ha defendido la existencia de un universo ordenado que "no es un caos" aunque ha añadido que los primeros instantes del cosmos todavía escapan a la ciencia, durante un encuentro con los participantes de la sesión plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias dedicada a 'La complejidad y la analogía en la ciencia: aspectos teóricos, metodológicos y epistemológicos'.
"Si bien los primeros momentos del cosmos y de la vida todavía escapan a la observación científica, la ciencia está reflexionando sobre un amplio conjunto de procesos que revelan un orden evidente de correspondencias y constantes que sirven como componentes esenciales de la creación permanente", ha precisado.
Así, ha añadido que el universo "no es el caos o el resultado del caos" sino que, al contrario, "parece cada vez más evidente que es una ordenada complejidad, que permite elevarse, -a través del análisis comparativo y la analogía- desde la especialización hasta un punto de vista más universal y viceversa". En esta línea, el Papa se ha mostrado convencido de "la urgente necesidad de continuar el diálogo y la cooperación entre los mundos de la ciencia y de la fe para la construcción de una cultura de respeto del ser humano, de su dignidad y su libertad, para el futuro de la familia humana y para el desarrollo sostenible a largo plazo del planeta".
Por ello, ha señalado que "en la gran empresa humana de la lucha para descubrir los misterios del hombre y del universo" los mundos de la ciencia y de la fe deben dialogar y cooperar porque "sin esta interacción necesaria, las grandes preguntas de la humanidad dejan los dominios de la razón y la verdad, y se abandonan a lo irracional, al mito o a la indiferencia, con gran perjuicio para la humanidad, la paz mundial y el destino final".
Asimismo, el Pontífice ha destacado dos temas que han examinado como el de "la dialéctica de la constante expansión de la investigación científica, de los métodos y las especializaciones" y el de "la búsqueda de una visión integral de este universo en el que los seres humanos dotados de inteligencia y libertad, están llamados a comprender, amar, vivir y trabajar".
Para Benedicto XVI, este enfoque interdisciplinario de la complejidad muestra también que "las ciencias no son mundos intelectuales desconectados unos de otros y de la realidad, sino que están interconectados y apuntan al estudio de la naturaleza como una realidad unificada, inteligible y armoniosa en su indudable complejidad".