Una mejor conservación de los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina requiere rebajar la temperatura de la sala, por lo que los visitantes que pasan cada año por ella verán como se limpia la suela de sus zapatos, se desempolva su ropa y se reduce su temperatura y calor corporal.
El director de los Museos Vaticanos, Antono Paolucci explicó en una entrevista que ayer publicó el diario "la Repubblica" que ese es unos de sus proyectos para 2013.
Paolucci pretende también abrir al público una nueva fototeca con millones de imágenes desde el siglo XIX hasta hoy, reestructurar los sistemas de iluminación y de climatización de la Sixtina y poner a punto un sistema de aspirador antes del ingreso en la Capilla.
La Capila Sixtina "es una espacio consagrado donde se celebran grandes liturgias y se eligen pontífices" y es "la síntesis de la teología católica", recordó Paolucci, quien recordó que es visitada diariamente por alrededor de 20.000 personas.
El director explicó que pretende cubrir los primeros cien metros de la entrada con una especie de alfombra que limpie los zapatos, además se quiere instalar unos agujeros en el recorrido que aspirarían el polvo de los vestidos rebajando el calor y la humedad corporal.
Y es que el polvo, la temperatura, la humedad y el anhídrido carbónico son los grandes enemigos de los frescos.
La capilla fue construida en 1484 para el papa Sixto IV, a quien le debe el nombre, pero fue Julio II quien encargó al maestro toscano Miguel Ángel Buonarroti su decoración (1508-1512).
El papa Julio II inauguró con una solemne misa los frescos en el día de las Vísperas de la Festividad de Todos los Santos, el 31 de octubre de 1512.