El consumo de drogas en España ha bajado en todas las sustancias, salvo el de hipnosedantes (somníferos, tranquilizantes y sedantes), y este descenso es más significativo en el caso del tabaco, alcohol, cannabis y cocaína.
Así se desprende de la Encuesta sobre Alcohol y Drogas, EDADES 2011-2012, presentada ayer por el delegado del Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de Asís Babín, quien no descartó que este menor consumo esté relacionado con el descenso de los recursos económicos disponibles como consecuencia de la crisis.
También la situación económica podría tener relación con el aumento de los hipnosedantes, aunque Babín dijo no poder afirmarlo "rotundamente".
Aunque la prevalencia de borracheras desciende ligeramente en ambos sexos y para todos los grupos de edad (también en jóvenes y adolescentes), el consumo de alcohol en forma de atracón -consumir más de cinco bebidas en dos horas en el caso de los hombres y más de cuatro bebidas en el de las mujeres-, aumenta de forma moderada.
España sigue estando a la cabeza de la Unión Europea en el consumo de cocaína y solo superada a nivel mundial por Argentina y Chile. En cannabis, también es el país líder en distribución y en consumo europeo en los últimos 30 días.
Esta encuesta de carácter bianual, que incluye un total de 22.128 personas entrevistadas de 15 a 64 años, ha analizado este año 21 tipos de drogas (11 más que en 2009) y, además, como novedad, ha incluido un módulo sobre drogas emergentes.
Pese a la disminución del consumo de alcohol en términos generales, Babín expresó su preocupación por el que se da en menores de 18 años y en forma de atracón, que considera "muy elevado", y aseguró que el "empeño" es lograr el consumo cero en esas edades.
Por ello, recalcó que el objetivo del Gobierno es homogeneizar la normativa actual (existen 183 normas en todo el territorio nacional) mediante una ley que aun está en fase de estudio pero que podría incluir "alguna medida novedosa", que no concretó.
No obstante, precisó que las medidas informativas y formativas no son suficientes en el caso de los adolescentes, que "el mayor riesgo que perciben es ser distintos a los de su grupo", por lo que tienen que estar relacionadas con restricciones en el acceso.