El juez ha dejado en libertad provisional por un delito de homicidio imprudente a los padres del niño de siete años muerto en Girona, después de que hayan declarado la mañana de este viernes que el menor tenía una afección respiratoria y un día no se despertó.
En declaraciones a los medios, el fiscal del caso, Enrique Barata, ha explicado que el examen psiquiátrico determina que los padres no sufren ninguna enfermedad mental, y éstos han reclamado volver a su piso aunque se les ha denegado, ya que está en mal estado y precintado por la policía.
Ha pedido prohibirles salir de España, por lo que la Policía Nacional les ha intervenido los pasaportes --la familia procede de Estados Unidos--.
Barata ha asegurado que la autopsia descarta que haya sido una muerte violenta ni intencionada y que la posibilidad de un homicidio imprudente se va debilitando, y, preguntado por si podrían quedar sin juicio, ha dicho que «es posible».
Sin embargo, ha emplazado a esperar los resultados de las pruebas toxicológicas --que tardarán entre una y dos semanas-- para descartar que le hubieran suministrado algún fármaco o veneno, así como a la revisión de sus ordenadores y móviles para saber si habían comunicado a alguien el estado del menor.
El padre ha declarado ante el juez que utilizaban la medicina homeopática pero sí habían llevado a los niños al médico con anterioridad, y aunque la policía no ha encontrado registro de estas visitas, el padre ha dicho que en su ordenador tiene escaneadas las recetas que le dieron.
En concreto, ha precisado que el niño sufría una afección respiratoria --la misma que la madre-- de la que tenía crisis y para la que le suministraban Ventolín, además de productos naturales.
NO ASUMEN LA MUERTE
El fiscal asegura que la familia no asume la muerte del menor, especialmente la madre, y tanto ella como los hermanos --de 14 y 16 años-- han dicho que esperaban que se despertara.
El padre ha precisado que pensaban que el niño «dormía», aunque ha reconocido que le practicó maniobras respiratorias, como masajes cardíacos y boca a boca, y han dicho que no percibían el fuerte olor que desprendía el cuerpo.
«La madre sigue sin aceptarlo. Solo quieren seguir aferrados al cuerpo del niño», ha relatado el fiscal, que ha definido a la familia como profundamente religiosa.
Ha asegurado que tras la muerte, la familia «se volcó, se encerró y hacía vida entorno al cadáver», y pensaba que rezando podría despertar.
«EN FASE DE REDUCCIÓN ESQUELÉTICA»
El cuerpo se encontraba en un estado de descomposición muy avanzado, ya que según los forenses llevaba entre uno y tres meses muerto, y estaba «en fase de reducción esquelética».
El fiscal ha alertado de «la fauna» que el menor tenía en el cuerpo, tan descompuesto que ya no tenía partes blandas como orejas, labios y ojos, ha precisado.
La familia procede de Detroit (EE.UU.) y vivió en Missouri y un mes en Perpignan (Francia) antes de trasladarse a Girona, donde residían en un dúplex desde agosto de 2014.
El padre había dejado de ir a trabajar hacía dos meses --en su declaración no ha explicado el motivo--, un hecho por el que los Mossos visitaron el domicilio cinco días antes de hallarse el cadáver, a petición de la Embajada de Estados Unidos.
Además, la familia había dejado de pagar el alquiler, lo que motivó que la policía volviera a acudir a la vivienda el 5 de enero, momento en el que encontraron al niño muerto.
GRITOS AL DEMONIO
Según el fiscal, los Mossos d'Esquadra y la propietaria acudieron al piso y oyeron gritos desde fuera, tras lo que entraron con la llave y encontraron a la familia en la planta de arriba.
Tanto los agentes como la propietaria aseguran que al acceder a la vivienda escucharon a la familia gritar 'Fuera el demonio', un extremo que el padre ha negado en su declaración.
Los padres han pedido recuperar la custodia de sus otros dos hijos, de los que se ha hecho cargo la Dirección General de la Infancia y la Adolescencia (Dgaia), aunque se les ha denegado.