El Ministerio de Sanidad conocía ya en febrero el riesgo «moderado alto» de que se pudieran producir brotes de coronavirus como los que había ya en Italia, que habían obligado a cerrar algunas zonas del norte del país y a tomar otras medidas como suspender manifestaciones, eventos o competiciones deportivas. Y a principios de marzo, el Ministerio disponía de otro informe en el que se apuntaba que podían darse casos de alta transmisión del virus en eventos sociales de corta duración, como una comida o una visita familiar. Incluso ya se tenía conocimiento del problema del contagio entre los sanitarios que se había producido en China por falta de equipos de protección individual.
Así consta en dos informes del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) que dirige el doctor Fernando Simón y que están fechados el 24 de febrero pasado y el 6 de marzo.
En el primero de estos documentos se hacía una «evaluación del riesgo para España» advirtiendo de la «alta» probabilidad de que llegaran a nuestro país personas infectadas por SARS-CoV-2 procedentes de diferentes provincias de China así como de otros lugares donde se estaban produciendo casos.
En esa evaluación se recogía la advertencia del Centro Europeo de Control de Enfermedades de que había un riesgo calificado como «moderado-alto» de que se produjeran brotes en otros países de Europa similares al que estaba teniendo lugar en Italia.
De hecho, el informe del Centro que dirige el doctor Simón incluye las medidas de Salud Pública que había adoptado ya el país vecino justo el día anterior, el 23 de febrero, en las áreas y municipios en las que «al menos una persona» había resultado positiva en una prueba frente al coronavirus.
Entre estas medidas aplicadas en Italia, el CCAES cita: la prohibición de entrar o abandonar las áreas afectadas; la suspensión de manifestaciones, eventos públicos y reuniones públicas o privadas en locales; la suspensión de viajes escolares y de clases en colegios y guarderías; el cierre de museos; la suspensión de competiciones y otras actividades públicas con la excepción del aprovisionamiento de bienes y servicios públicos esenciales.
Las autoridades sanitarias italianas también habían establecido una cuarentena y vigilancia activa de aquellos que habían estado en contacto estrecho con personas afectadas por el virus; la suspensión de determinadas actividades laborales y cierre de algunos comercios; la restricciones en el transporte de pasajeros con excepciones definidas y el acceso a los Servicios públicos y comercios considerados esenciales para las necesidades básicas, con medidas de protección individual.
Pero, a pesar de incluir la advertencia del Centro Europeo de Control de Enfermedades de riesgo «moderado-alto», el citado informe del CCAES del 24 de febrero concluye que el riesgo global para la salud pública en España era «moderado», alegando que los sistemas de contención eran suficientes.
«Si esto ocurriera en España, tenemos mecanismos suficientes de contención, que incluyen protocolos clínicos, una red asistencial y de salud pública coordinada y capacidad suficiente para el diagnóstico y tratamiento de los casos». Aún así, añadían que esta evaluación de riesgo se revisaba constantemente de acuerdo con la información disponible.
En otro de los informes del Centro que dirige el doctor Simón y que está fechado el 6 de marzo se analiza a lo largo de 27 páginas la situación del coronavirus en China y los datos de que se disponían hasta ese momento del país asiático. Ya en ese momento se alerta de la existencia de personas infectadas que tienen una alta transmisión del virus incluso en eventos sociales de corta duración. Y también se pone de manifiesto otro de los problemas a los que se enfrentó China, que fue la alta infección de sanitarios al inicio de la epidemia por falta de equipos de protección.
En este texto se recogen los datos de un estudio en que se describen 9 series de infecciones secundarias como consecuencia de «eventos sociales de corta duración, como una comida o una visita corta», en China y otros países en los que se ha registrado una alta tasa de transmisión del virus.
De hecho, se precisa que «por causas aún no conocidas, parece que hay eventos con personas infectadas que muestran una altísima tasa de transmisión del virus» frente a otras situaciones en las que la tasa de transmisión es mucho menor.
En este mismo informe de 6 de marzo, cuando la tasa de mortalidad en el país asiático con los datos conocidos era del 3 por ciento, también se analiza la transmisión comunitaria y en centros hospitalarios en China.
Así destaca que en el inicio de la epidemia, se publicó una alta transmisión intrahospitalaria a trabajadores sanitarios de los hospitales de Wuhan (40%), que luego fue descendiendo (2% en la serie de Guan). Pero el 20 de febrero se habían infectado de coronavirus 2.055 trabajadores sanitarios en China, de los que el 88 por ciento procedían de Hubei.
Sin embargo, y según las conclusiones de la misión de la OMS en China, esta transmisión descendió «drásticamente» una vez que «se tomaron medidas de protección individual adecuadas». Y se ve reflejado, según estos datos, en los 40.000 trabajadores sanitarios que se enviaron a apoyar a los de Hubei, entre los que se detectaron pocos casos de infección, que fueron atribuidos a transmisión comunitaria.
Precisamente la falta de equipos de protección individual (EPIs) ha sido uno de los problemas con los que se ha enfrentado el sistema sanitario en España y que ha provocado que la infección se extendiera entre los trabajadores sanitarios que atendían a los enfermos del virus.