El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, tuvieron que interrumpir este lunes su estancia en el municipio asturiano de Felgueras, en el Valle del Lena, donde planeaban pasar unos días de vacaciones, por «la seguridad de sus hijos» ante las amenazas y protestas por su presencia.
Iglesias ha explicado en su cuenta de Twitter los motivos para abandonar sus vacaciones y ha culpado a la «extrema derecha». «Su odio y sus amenazas no frenarán nuestro trabajo. El ejemplo de la gente corriente, honesta y valiente que no tiene miedo al fascismo es para nosotros la mayor motivación para seguir», ha escrito.
La familia tomó la decisión de regresar a Madrid después de que apareciesen mensajes en las redes sociales con la ubicación del lugar en el que se encontraban en los que animaban a pasarse a «saludar». Apareció además una pintada en la carretera en la que se leía «coletas, rata».
Tras hacerse pública la suspensión de su estancia vacacional, Iglesias ha escrito un mensaje en el que asegura que lo que le hace a su familia «la extrema derecha y ciertos medios» es grave, pero pide «poner cada cosa en su contexto».
«Hay gente que ha pagado con su libertad, con su vida o con torturas defender sus ideas y hacer política. No es nuestro caso. No hay derecho a que mis hijos tengan que sufrir las consecuencias del compromiso y las tareas políticas de sus padres, pero hay millares de niños en situaciones mucho más vulnerables. No va conmigo el victimismo», señala Iglesias.
En su mensaje, el vicepresidente reconoce el trabajo de los policías que les acompañaron y da las gracias «a la gente de Felgueras», al restaurante «Casa María» que les llevó a casa una fabada, y a un vecino -"Ramón, minero jubilado y rojo que está orgulloso de que su hijo sirva en la Guardia Civil"- que enseñó a sus hijos por primera vez «gallinas, patos, ocas y caballos».
A través de Twitter, el anfitrión de Iglesias y Montero, el secretario general del PCE, Enrique Santiago ha lamentado que el sábado ya dijo a periodistas que «acosando la casa donde estaba una familia con menores abrían paso al acoso de la extrema derecha».