El último brigadista internacional y excombatiente en el bando republicano de la Guerra Civil, Josep Eduard Almudéver, ha fallecido en Francia a los 102 años, según ha informado a Efe la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales.
De origen valenciano aunque nació en Marsella, estuvo muy comprometido desde el principio en la lucha contra el fascismo, que en 1936 aglutinó a los 35.000 combatientes de las Brigadas Internacionales que lucharon en la Guerra Civil al lado de la República.
Con 17 años, se alistó como miliciano en el batallón Pablo Iglesias y luchó en Teruel, donde resultó herido. Tras recuperarse se unió a las brigadas internacionales y combatió con ellos hasta que finalmente fue capturado en el puerto de Alicante.
Almudéver estuvo prisionero en los campos de concentración de los Almendros (Alicante), considerado uno de los peores, Albatera (Alicante) y Portaceli (Valencia), y en cárceles de Arajuez y Modelo de Valencia.
En declaraciones a EFE, la presidenta de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, Almudena Cros, le ha definido como «el hombre de las cinco vidas» tras haber superado los campos de concentración por sus opiniones políticas.
Tras salir de la cárcel en 1943, fue combatiente en la agrupación guerrillera de Levante y Aragón hasta 1947, momento en que se exilió a Francia. «Defendió su compromiso político hasta el final», ha subrayado Almudena Cros.
A pesar de su edad, estuvo muy lúcido hasta el final, de hecho, expresó su alegría cuando el Gobierno anunció que se iba a sacar al dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. «Por fin», dijo Almudéver a los suyos, quien incluso llegó a decir que quería volver a España para celebrarlo.
En los últimos años acudió a muchos actos relacionados con las brigadas internacionales que «le daban la vida» y participó en un homenaje en Torija (Guadalajara), organizado por el Foro de la Memoria de Guadalajara. También recibió la medalla de la Generalitat de Valencia.
Igualmente daba charlas sobre la Guerra Civil en los institutos que le requerían, en los que trasladaba su idea que lo que había pasado «no había sido una guerra civil, sino un ataque internacional premeditado contra un gobierno democráticamente elegido», recuerda Almudena Cros.