La crisis de Ucrania generada por el amplio despliegue militar de Rusia cerca de la frontera ha devuelto a la actualidad términos geoestratégicos que en ocasiones cuesta retener y que recuerdan a décadas pasadas. Se habla mucho en las últimas horas de la OTAN, un tema que en España hace retroceder las memorias a momentos más propios de los principios de la democracia cuando se debatía la integración de nuestro país en el marco del Tratado del Atlántico Norte.
Según destaca el Ministerio de Exteriores, actualmente, la OTAN cuenta con 29 países miembros, en su gran mayoría aliados tradicionales de Estados Unidos como los estados europeos y también algún antiguo componente del Tratado de Varsovia. Estos son, por orden alfabético, Albania, Alemania, Bélgica, Bulgaria, Canadá, República Checa, Croacia, Dinamarca, Estados Unidos, Estonia, Eslovaquia, Eslovenia, España, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Montenegro, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumania y Turquía.
Cómo se decide quién puede ingresar en esta alianza con fines militares y de seguridad internacional. La cuestión de la ampliación viene regulada por el artículo 10 del Tratado del Atlántico Norte, que establece que la membresía está abierta a cualquier «Estado europeo en condiciones de promover los principios del presente Tratado y de contribuir a la seguridad de la zona del Atlántico Norte». La decisión de invitar a un nuevo Estado a adherirse es tomada por el Consejo Atlántico, como órgano superior de la Alianza. En estos momentos, Bosnia-Herzegovina, Georgia y la Antigua República Yugoslava de Macedonia son aspirantes a la adhesión.
Cuáles son esos principios, que Ucrania debe respaldar, para considerarse su posible integración en el marco de la OTAN. Varios son considerados configuradores de este marco de apoyo militar aunque el principio de defensa colectiva es la piedra angular del tratado fundacional de la OTAN. Este principio está consagrado en el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte y estipula que un ataque contra uno de los aliados se considerará un ataque contra todos los aliados. En su parte final el texto apostilla que «todo ataque armado de esta naturaleza y toda medida adoptada en consecuencia se pondrán, inmediatamente, en conocimiento del Consejo de Seguridad [de la ONU, donde Rusia tiene un plano de igualdad con Estados Unidos, Reino Unido, Francia y China así como posibilidad de veto]. Estas medidas cesarán cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad internacionales».
En el caso que nos ocupa cabe destacar que Ucrania no forma parte de la nómina de miembros de la OTAN de pleno derecho, y por tanto esos estados no están técnicamente obligados por las leyes internacionales a responder solidariamente ante una agresión militar de un tercero en territorio ucraniano. Obviamente, a pesar de que Kiev no sea un aliado de Occidente desde el punto de vista formal Estados Unidos y las potencias europeas velan por sus propios intereses en la convulsa zona, que ahora ve más cerca que nunca la amenaza de una agresión bélica.