Marimar Blanco revive estos días las emociones encontradas de dolor y esperanza durante cada una de las horas que su hermano Miguel Ángel permaneció en manos de ETA. Veinticinco años después, sigue teniendo claro que «ni olvida ni perdona» a sus asesinos y que «jamás» se entrevistaría con ellos. «Me da la sensación de que simplemente preguntarles un porqué supone asumir que hay una justificación y el crimen de mi hermano como el de todas las víctimas de ETA no la tiene», destaca Blanco en una entrevista, en la que muestra su respeto por la postura de otras víctimas y asegura que no comparte los llamados encuentros restaurativos con los asesinos.
Opina que son los etarras quienes tienen la «obligación» de pedir perdón «real» y «sincero». «A mí, a día de hoy nadie me lo ha pedido y yo a día de hoy ni olvido ni perdono porque destrozaron mi vida y, sobre todo, la de un joven de 29 años que hacía uso de su libertad y de defender democráticamente sus valores». Fue una víctima a la que este domingo se le rindió en Ermua un homenaje no exento de polémica, porque Marimar Blanco reclamó que se la dejara intervenir. «Finalmente pude hablar de mi hermano, rendirle un homenaje sincero a su memoria y pedir que se deje de blanquear el terrorismo y que no se negocie con aquellos que a día de hoy sienten orgullo de su pasado y siguen sin reconocer el asesinato de Miguel Ángel», dice.
Blanco se refiere a las palabras «vacías» del lehendakari, Iñigo Urkullu, en ese acto, en las que hizo «mención a esa memoria colectiva a la que siempre ha apelado el PNV, que lo único que pretende es alimentar el relato basado en el conflicto y en los bandos enfrentados». Tampoco aplaudió las palabras del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien le pidió que «rompiera con cualquier tipo de negociación con quienes continúan aplaudiendo» el asesinato de su hermano y «sin condenarlo».
«Con ellos –continúa Marimar Blanco– ha pactado Sánchez esa Ley de Memoria Democrática que es la mayor humillación a las víctimas del terrorismo. Lo ha hecho con quienes no han hecho otra cosa a lo largo de la historia que hacer todo lo posible para destruir nuestro estado de derecho y nuestra memoria democrática». Blanco vuelve a referirse a los asesinos de su hermano e insiste en exigir el cumplimiento íntegro de las penas. «Ni un día más pero ni un día menos en prisión» para los dos etarras que continúan encarcelados por el secuestro y asesinato de su hermano: Francisco Javier García Gaztelu ‘Txapote' e Irantzu Gallastegui Sodupe ‘Amaia'.
Ninguno ha mostrado «el más mínimo arrepentimiento, todo lo contrario», sostiene Blanco, que recuerda que Txapote sigue estando «orgulloso» y que se manifestó en contra del cese de la violencia de ETA. Y aunque a ambos les queda una década para liquidar su condena –llevan ya alrededor de 20 años entre rejas-–, Blanco recela de que obtengan la libertad «en dos o tres años» si finalmente se cambia la ley para que el tiempo que han estado en cárceles francesas se descuente de su condena en España. «Eso sería humillante y demostraría que asesinar les ha salido gratis».
Su hermano, como el resto de asesinados, defiende, no fue víctima de ningún conflicto, como siguen sosteniendo desde la izquierda abertzale sin que el Gobierno central impida, dice, este «blanqueamiento». «Queda mucho por hacer en materia de víctimas porque hay que trabajar por los principios irrenunciables de dignidad y memoria, sin contar mentiras y con un relato alejado de la ambigüedad», reclama la también diputada del PP en el Asamblea de Madrid, muy crítica con la relación del Ejecutivo de Pedro Sánchez con EH Bildu. Reconoce que como víctima le duele e indigna que Sánchez tenga a Bildu como «socio preferente» para sacar adelante sus iniciativas. «Son legales, pero no es un partido ni ético ni moral con el que sentarse a negociar absolutamente nada». Frente a este trato preferente con «el brazo político heredero» de la organización, lamenta que el Ejecutivo no haya dado «ningún paso» en favor del colectivo de víctimas.