Como me imagino que vive usted más desvelado por el calor que por lo que pasará con la Mesa del Congreso a partir de este jueves o por cuándo se pondrá en marcha el reloj de la investidura, quisiera ayudarles con este decálogo de lugares comunes, eufemismos, mantras y trumpismos de tercera división con los que PP y PSOE quieren convencernos a los españoles de que ellos, y sólo ellos, se merecen que el rey de España les pida que presenten sus credenciales para hacerse con el siguiente gobierno del país.
De primera, una advertencia: la derogación del sanchismo y la llegada del invierno tenebroso de un mundo dirigido por el supuesto fascio ibérico que traerían PP y Vox han entrado en fase de letargo estival a la espera de ser resucitados. Los mantras políticos se adaptan a cada momento. Cada día tiene su afán. Y cada declaración de telediario, su nueva vuelta de tuerca al argumentario de plástico de los partidos.
1. Tiene que gobernar la lista más votada. Es el mantra del verano del PP. Después del shock de la noche del 23-J en el que unos cuantos peperos se acostaron pensando que no hay quien pueda con el señor Sánchez, la matraca del presunto derecho de los más votados suena con fuerza en los altavoces conservadores. La tesis tiene un problema: dos más dos no suman treinta y tres. Nuestro sistema es parlamentario. Gobierna quien logre más apoyos. Y quien tiene más posibilidades de conseguirlo es el candidato socialista. Ah, por cierto, es además un concepto que Alberto Núñez Feijóo sólo usa en los casos de que efectivamente su partido sea la lista mayoritaria. Donde no lo es, caso de Extremadura, la tesis de la lista más votada pasa a ser como esos secretos de familia que se esconden hasta el fin de los siglos: jamás se habla de ella.
2.El PSOE está en condiciones de liderar una "mayoría social de progreso". Quizás uno de los mayores ‘sujétame el cubata' de la España democrática desde la transición. Cuando Pedro Sánchez habla de mayoría social de progreso incluye a una veintena de partidos: a las 16 formaciones de la coalición de Sumar, a los independentistas de Esquerra, de Junts y del BNG y a los nacionalistas pedigüeños del PNV. A la espera de Coalición Canaria, la nueva mayoría presuntamente progresista no es ya el Frankenstein del que advertía Rubalcaba, es la cafetería de La Guerra de las Galaxias. Y abarca desde los comunistas de Yolanda Díaz hasta las derechas conservadoras del PNV y del Junts del prófugo de Waterloo. Eso sí que es un pastiche transversal.
3. La izquierda suma más que la derecha. Ya pueden repetirlo sus señorías progresistas todo lo que quieran, que los números son los que son. El bloque de la derecha suma más que el de la izquierda. Le supera en 18 escaños (170 frente a 152). Lo que ocurre es que la izquierda está más en condiciones de pactar con los nacionalistas y los independentistas de izquierdas y de derechas que han logrado representación en el Congreso. Y hay que decirlo: objetivamente, representan mejor la España plural y territorial. Y otra cuestión importante: el PP se tiene que hacer mirar por qué tiene tan pocas posibilidades de encontrar aliados más allá de los hiperventilados de Vox. Menos crítica y más autocrítica, señoras y señores de la calle Génova.
4. ¿Es importante quién logra que el Rey le pida primero que intente la investidura? Y tanto. Imagínense que como los independentistas no van a acudir a la llamada de Felipe VI, éste entiende que quien tiene más votos para recabar la investidura es Feijóo. Y por seguir con la política ficción, imagínense que al inquilino de Waterloo le da por decirle a los siete de Junts que se abstengan. El Gobierno sería para Feijóo. Así que eso de que Sánchez dejará que el PP se queme para entrar luego en escena déjenlo en cuarentena, que los votos en el Congreso los carga el diablo.
5. El Gobierno se decidirá en Waterloo… o en las Canarias. Pues miren, sí, seguramente sí. Si Coalición Canaria hace valer su escaño y se decanta por el PSOE, Sánchez podrá obviar a Puigdemont. Si no, al necesitar a Junts, Puigdemont será para esa nueva ‘mayoría social de progreso' poco menos que un señor que vive en Bélgica. Y otro detalle del nuevo eje canario/catalán y sus intenciones: un partido con un solo diputado, CC, propone que sea presidente del Congreso otro diputado de un partido que tiene sólo cinco diputados: el PNV fundado por Sabino Arana. Esto no es respeto a las minorías. Esto es el triunfo de las mini minorías.
6. El trumpismo son los otros. Igual que hay playas a las que siempre llega a primera hora de la mañana el camión del tapicero, en este país ha llegado ya el camión del trumpismo ibérico. El PP sigue erre que erre con sus insinuaciones injustificables (véase la señora Gamarra y cómo desliza un día sí y otro también que el PSOE no les felicita por su victoria por razones inconfesables) y el PSOE se lanza a recontar votos nulos en busca del escaño que les lidere del fantasma de Waterloo y por mucho que la Junta Electoral les diga que así no van a ningún lado. Y todo este aquelarre se produce mientras unos y otros se acusan de hacer trumpismo. Quizás puede ser uno de los casos más tronantes de cómo alguien puede ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga de un portaaviones en el propio.
7. El PNV es un partido de Estado y Junts tiene que apoyar la gobernabilidad. Puede que dos de los mantras más mágicos de este verano son los que vuelven a señalar al PNV como un partido de Estado cuando se limita a sacarle al Estado todo lo que puede y los que giran haciendo malabares para blanquear a un partido como Junts, cuyos dirigentes dieron hace seis años en Cataluña un golpe de Estado que acabó en condena por sedición. En el top, nada más delirante que las declaraciones de un señor tan de derechas como Andoni Ortuzar diciendo que el PNV ha logrado frenar a la derecha y ese momento mágico de la izquierda más dispuesta a lo que sea con tal de gobernar en el que Puigdemont pasó de ser el presidente de la fantasmagórica república catalana en el exilio a ser un señor que vive en Bélgica porque se ha ido a hacer un erasmus.
8. La insoportable levedad del ‘Voxadé' del desaparecido Abascal. Después de leer tantas loas sobre Iván Espinosa de los Monteros, uno terminaba por pensar que se despedía de la vida pública el bisnieto español de Chesterton y Churchill. Y no, lo que pasa es que al lado de los ultramontanos que se están haciendo con el control de Vox, el señor de los Monteros parece Olof Palme. Vox está mutando en ‘Voxadé' y a Abascal se le está poniendo la misma cara de Albert Rivera cuando su partido pasó de 57 a 10 escaños. ¿Quién iba a adivinar que la estrategia histérica de Vox de colocar en los gobiernos y parlamentos autonómicos a sus dirigentes más negacionistas, censores y asustaviejas no le iba a funcionar? ¿Quién? Como haya repetición, lucharán por tener grupo propio y poco más.
9. Abocados a la legislatura del cubo de rubik. ¿Es usted de los que piensa que no hay quien cuadre un cubo de rubik? Pues ese cubo le parecerá un crucigrama de los del cuaderno a un euro en el quiosco de su barrio al lado del guirigay que habrá que montar cada vez que se apruebe una ley, con más de veinte partidos queriendo montar un cubo de rubik, más si cabe si el PP aprovecha su mayoría absoluta en el Senado para montar en la Cámara Alta su nueva línea Maginot contra el sanchismo.
10. ¿Repetimos? Yo nunca apostaría contra Pedro Sánchez, pero, hasta para él, esto es un quilombo irresoluble. La repetición es casi imposible, pero como hay tantas opciones de que la legislatura dependa de un señor sobre el que pesa una orden de busca y captura, tampoco se puede descartar que al final haya que volver a las urnas. Y eso abre tantos escenarios que mejor dejar su descripción para otro artículo.