Un aluvión de ropa, alimentos, juguetes y material escolar donado por vecinos de València intenta ayudar a las familias afectadas por el incendio del edificio de Campanar, en un goteo solidario que se centraliza en una planta baja de las inmediaciones del inmueble. Durante todo el día, siguiendo la constante de la tarde de ayer, vecinos de la ciudad se acercan al local a dejar lo que cada uno puede: desde mochilas, gomas o lápices, hasta pelotas, peluches, patinetes infantiles, ropa y comida.
Desde el local de la empresa Valientes, cuyo lema es 'Creando personas fuertes', coordinan la recepción del material de ayuda, pero las entregas han desbordado a los voluntarios y han decidido reorganizar y disponer de otros locales desde donde se puede recoger la ayuda. Tres casales falleros y la sede de una banda de música reciben las donaciones desde furgonetas en las que cargan cajas llenas de las necesidades de los afectados en el local del barrio de Campanar, donde se ubica el edificio incendiado.
Fran Picó, terapeuta y colaborador de Valientes, es uno de los encargados de recibir y ordenar las donaciones de los vecinos del barrio para distribuirlas a los centros que colaboran (fallas Trinitat y Maestro Rodrigo y el casal de Hernández Lázaro, además de la banda de música), entre ellas también alimentos como galletas, cereales, agua o incluso comida de un restaurante. Según ha explicado a EFE, la fase de alimentos ha terminado y ahora se necesitan productos de higiene y material escolar para los niños, que «se han quedado sin nada».
Precisamente los pequeños son a los que más va a costar superar esta tragedia, ha señalado. En el local se puede ver cómo los vecinos dejan sin parar lo que pueden aportar: un carrito de bebé, una bici, patinetes infantiles, gomas de borrar, lápices, mochilas, sacos, pelotas, peluches o un taca-taca; también cepillos de dientes, dentífrico y una maleta; y botellas y garrafas de agua, cajas de cereales y de galletas, leche, batidos, así como comida para perros.
Picó ha manifestado que nunca había vivido una situación similar y ha intentado, junto a otros colaboradores, organizar la recepción de la ayuda, distribuyéndola en cajas que precintan para transportarlas a los locales que han abierto sus puertas a modo de colaboración.
Desde que comenzó el incendio y se conoció su virulencia, la sede de este local abrió su espacio para acoger la cantidad de mantas que los vecinos, solidarizados con los afectados, iban a dejar en él y que los residentes del edificio cargaban en bolsas mientras eran realojados en hoteles o viviendas de familiares y amigos. El local se encuentra muy próximo al edificio quemado, y por las calles adyacentes se ve un constante ir y venir de personas que desean prestar su ayuda a los afectados por el incendio.