Investigadores de la Universidad de Australia Occidental (UWA) han descubierto que las plantas pueden percibir las vibraciones sonoras del agua corriente que se mueve a través de las tuberías o en el suelo, para ayudar a que sus raíces se muevan hacia la fuente de agua. El estudio también ha revelado que a las plantas no les gustan ciertos ruidos y se alejan de los sonidos particulares.
La investigadora principal Monica Gagliano, del Centro de Biología Evolutiva de la UWA, ha afirmado que el agua es una necesidad básica para la supervivencia de una planta, y el estudio ha demostrado que el sonido juega un papel importante a la hora de ayudar a las plantas a satisfacer esta necesidad.
«Utilizamos la planta común de guisantes ('Pisum sativum') como modelo para nuestro estudio y colocamos la planta en un recipiente que tenía dos tubos en la base, dándole una opción de dos direcciones para el crecimiento de sus raíces -ha explicado Gagliano en un comunicado-. Luego expusimos la planta a una serie de sonidos, incluyendo ruido blanco, agua corriente y luego una grabación de agua corriente debajo de cada tubo, y observamos su comportamiento».
Los científicos descubrieron que las plantas podían saber dónde estaba la fuente del agua y sus sistemas radiculares crecieron hacia esa fuente, basándose en la detección del sonido de agua corriente solamente.
«También fue sorprendente y extraordinario ver que la planta podía realmente decir cuándo el sonido de agua corriente era una grabación y cuándo era real, y que a la planta no le gustaba el sonido grabado», detalla la investigadora, que añade que también empezaron a ver la complejidad de las interacciones de las plantas con el sonido al usarlo para tomar decisiones conductuales.
La investigación, publicada en 'Oecologia', tiene implicaciones importantes para entender el comportamiento de las plantas y cómo afecta su supervivencia.
«Indica que la invasión de las tuberías de alcantarillado por las raíces de los árboles puede estar basada en que las plantas 'oyen' el agua y muestra que su percepción de su entorno es mucho mayor y mucho más compleja de lo que pensábamos anteriormente», explica la experta.
«En el mundo animal hay un fuerte llamado a entender cómo la contaminación acústica afecta adversamente a las poblaciones, pero ahora sabemos que las plantas también necesitan ser parte de estos estudios», concluye.