Nada podía fallar. El preso hondureño Francisco Herrera Argueta, de 55 años, lo tenía todo pensado. Usó una falda larga, una peluca, gafas de sol. También se pintó los labios y las uñas de rosa, y usó algún elemento redondeado a modo de pecho para asemejarse lo más posible a una mujer, y así pasar desapercibido en su huida del penal de San Pedro Sula. Pero todos estos complementos no fueron suficientes.
Al parecer, el reo se encontró con algunos guardias avispados, que enseguida se dieron cuenta del engaño, según publicaron varios medios locales e internacionales, entre ellos la BBC.
Su plan no era tan burdo como a primera vista pareciera, y consistía en mezclarse con decenas de personas, familiares de otros reclusos que acudían a la cárcel a visitarlos. Pero su fallo fue usar tacones, ya que sus dificultades para andar lo delataron. Al darle el alto, su voz masculina también levantó sospechas entre los funcionarios.
Ahora el preso, que según unos medios cumplía pena por asesinato, y según otros por violación de menores, se enfrenta a un castigo severo por su tentativa de fuga.