La bollería industrial, las bebidas gaseosas -incluida las 'lights'-, los cereales azucarados, las sopas de verduras deshidratadas, los derivados cárnicos o embutidos son alimentos ultraprocesados cuyo abuso está asociado a un mayor riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, cáncer y muerte prematura.
En concreto, consumir más de cuatro raciones diarias se asocia con un aumento del 62% en el riesgo de mortalidad por todas las causas analizadas -cáncer, cardiopatías y otras enfermedades-.
Esta es la principal conclusión de sendos estudios, uno de ellos con datos españoles, que se publican en la revista BMJ (British Medical Journal) y en los que sus autores piden urgentemente políticas que limiten su ingesta para evitar problemas de salud.
Estos alimentos son formulaciones industriales elaboradas a partir de ingredientes refinados (azúcar, almidones, aceites vegetales, sal) o sintetizados (grasas 'trans', proteína hidrolizada, aditivos), y no contienen ningún alimento entero reconocible; si un producto tiene más de cinco ingredientes, probablemente sea ultraprocesado.
Los dos trabajos que ahora se publican son observacionales y, si bien no establecen causalidad, son importantes porque ahondan en estudios anteriores que ya habían concluido la relación entre ultraprocesados y mayores riesgos de obesidad, colesterol alto, presión arterial alta, depresión y algunos tipos de cáncer, según sus autores.
El siguiente paso será, a través de ensayos clínicos, analizar cómo se produce en concreto ese daño a la salud y averiguar, por ejemplo, si cambia el microbioma intestinal de manera que pueda perturbar el equilibrio energético, informa la revista en una nota.
Los investigadores inmiscuidos en estos dos trabajos son de centros españoles, franceses y brasileños.
La catedrática Maira Bes-Rastrollo, de la Universidad de Navarra, lidera uno de estos estudios, en el que han participado 19.899 españoles procedentes del Proyecto SUN con edades de entre 20 y 91 años (12.113 mujeres y 7.786 hombres); a estos se les ha hecho un seguimiento durante una media de diez años.
En este período, rellenaron dos cuestionarios de evaluación dietética con 136 alimentos (un 25 % ultraprocesados), y cada dos años fueron sometidos a un seguimiento apoyado en diversas preguntas médicas, explica a Efe Bes-Rastrollo, también adscrita al CIBEROBN (Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición).
Los investigadores evaluaron así las posibles asociaciones entre la ingesta de alimentos ultraprocesados y el riesgo de muerte por distintas causas, como cáncer o enfermedades cardiovasculares.
Los resultados muestran que un mayor consumo de este tipo de productos, en más de cuatro raciones al día, está vinculado con un aumento del 62% en el riesgo de mortalidad por todas las causas analizadas -cáncer, cardiopatías y otras-, en comparación con un menor consumo, menos de dos raciones de ultraprocesados por día.
Por cada porción diaria adicional de alimentos ultraprocesados, el riesgo de mortalidad se incrementa en un 18%.
De la cohorte que participó en este estudio, fallecieron 335 durante el seguimiento medio de 10 años y la principal causa de muerte fue por cáncer, seguida de enfermedad cardiovascular, señala Bes-Rastrollo.
Además, el trabajo constata que aquellas personas que ingirieron una mayor cantidad de estos alimentos tienen un índice de masa corporal por encima de lo saludable, son fumadores, pasan más horas delante del televisor y, en general, son más sedentarias, además de tener un historial familiar de enfermedad cardiovascular, diabetes, hipertensión, cáncer o depresión.
Esta información se tuvo en cuenta a la hora de analizar los resultados de este estudio, financiado por el Instituto de Salud Carlos III.
El segundo trabajo está liderado por científicos franceses y brasileños y esta vez se centra no en las muertes, sino en la posible relación entre riesgo de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares y consumo de productos ultraprocesados.
Los resultados se basan en 105.159 adultos franceses (21% hombres) y en las repuestas a seis cuestionarios para medir la ingesta habitual de 3.300 alimentos distintos; también el seguimiento se hizo durante una media de diez años.
Según este trabajo, incrementar en un 10% la ingesta de este tipo de comida está vinculado a «tasas significativamente altas» de enfermedades cardiovasculares en general, cardiopatías coronarias y enfermedades cerebrovasculares -12% más, 13% y 11%, respectivamente).