En la película El cielo protector, de Bernardo Bertolucci, hay un famoso diálogo entre dos de sus personajes: -«Somos probablemente los primeros turistas desde la guerra», comenta uno de ellos. «No somos turistas, somos viajeros», responde el otro. «¿Cuál es la diferencia?», pregunta. «El turista -afirma- es alguien que piensa en volver a casa en el momento en el que llega y nosotros, como viajeros, puede que nunca volvamos».
Aunque tampoco hay que tomar este diálogo a pies juntillas, la primera regla de oro del viajero moderno es huir de los circuitos turísticos preestablecidos. Esto no significa dejar de visitar la Seu de Palma, el Big Ben de Londres o la Torre Eiffel, por ejemplo. No, el nuevo turista busca gente local que le aconseje cuándo es el mejor momento del día para visitar un monumento en cuestión, le ayude a elegir un restaurante o un buen plan para salir.
Les interesa apuntarse a cursos de todo tipo: vidrio, cerámica o incluso aprender a hacer, por ejemplo, pan moreno o una coca de albercocs ... tiene tiempo para eso. Es un turista experiencial. Y, por lo tanto, le importa más vivir la experiencia que el destino en sí. Y las nuevas tecnologías se han convertido en el instrumento esencial para conseguirlo. El nuevo visitante, especialmente entre las nuevas generaciones, no preguntará al recepcionista de su hotel dónde ir, saldrá a la calle cargado con su móvil sabiendo perfectamente qué hacer, qué visitar y donde comer. La idea es intentar ser uno más en cada lugar al que llega. Pasen y vean.
Destinos auténticos
El futuro del mercado turístico no está en los viajes sedentarios ni tampoco en el turismo hecho para masas. La actitud de los consumidores están cambiando y la gente quiere «viajar mejor», o lo que es lo mismo, conectar con la historia del destino, su gente y su cultura. Pero si esta tendencia pasa a ser la moda imperante, toca preguntarnos qué pasará con destinos como Mallorca, Venecia o Barcelona a los que se acusa en voz alta de haberse convertido en un gran parque temático, y donde la autenticidad brilla, cada vez más, por su ausencia.
Resulta curioso que en una época de globalización extrema comience a ponerse de moda el individualismo a la hora de viajar. Adiós al turismo de masas, hola al paquete individual pensado en exclusiva. Conocer al viajero a la hora de organizar un viaje se ha convertido en una herramientas infalible del éxito. También la especialización. Siempre habrá turistas interesados en el sol y playa, pero la tendencia apuesta por ‘ese algo más': la experiencia gastronómica, el shopping, el deporte y la cultura ganan adeptos. ¿Balears está preparada para este cambio de tendencia?
Una oferta especializada
Atentos a los datos. El turismo deportivo, por ejemplo, ha crecido en nuestro país más de un 40 por ciento en siete años. Y zonas como Canarias, Catalunya, Andalucía o la Comunitat valenciana apuestan en firme por esta modalidad. Por eso, no le debe extrañar a nadie que casi cada ciudad importante cuenta, o al menos apuesta, por tener una maratón, ya que los datos del sector turístico señalan que cada corredor, que viaja de media con dos acompañantes, gasta unos 123 euros por persona y día.
Baleares, por ejemplo, ha encontrado en el cicloturismo la gallina de los huevos de oro; sin olvidar la práctica del golf, que aporta 564 millones de euros a la economía española y genera cerca de 11.000 empleos directos.
Lo mismo ocurre con la gastronomía, según los expertos, los turistas nórdicos buscan buen clima, pero también gastronomía de calidad; sin olvidar el turismo cultural o los fines de semanas de compras. Hay tantas posibilidades por explotar en el mundo del turismo...
Shopping. Palma aumenta sus visitantes gracias a las escapadas de fin de semana para realizar compras en zonas comerciales como Jaume III o el Born.
Nuevas tecnologías. Las redes sociales se han convertido en una herramienta indispensable para aprovechar al máximo el destino de vacaciones.
Gastronomía. El turista, especialmente el nórdico, elige un destino en función de su oferta gastronómica.
Deporte. Balears es uno de los destinos más fuertes para practicar especialidades como el cicloturismo.