Cuando yo era un escolar de primaria, pensé que todo lo que se había inventado o descubierto, lo habían hecho los chinos o Leonardo Da Vinci. Los chinos fueron los primeros en cultivar una abundante cantidad de frutas (las naranjas, por ejemplo) y también inventaron la pólvora. Cuando Leonardo no estaba pintando obras maestras como la Última Cena o la Mona Lisa, estaba diseñando barcos que viajaban por debajo del mar y máquinas para volar… los submarinos y los aviones de hoy. Pero ni los chinos ni Leonardo inventaron las salchichas. Ellas tienen su origen en la edad neolítica cuando los humanos dejaron de ser nómadas y estaban viviendo en asentamientos, cultivando plantas comestibles y criando animales en lugar de salir a recoger comida o cazarla.
Aquellas familias primitivas tenían un gran problema cuando sacrificaban un cerdo u otro animal: cómo conservar la carne para comidas futuras. Llegaron a ver que el problema era la humedad de la carne y fueron tan inventivas que dejaron trozos de cerdo cubiertos con sal para después colgarlos al corriente para que el aire los secara. Eso fue hace unos 10.000 años y hoy en día estamos tratando la carne de cerdo de la misma manera para tener jamón ibérico y centenares de productos charcuteros incluyendo salchichas frescas y las ahumadas.
En Mercadona y a veces en El Corte Inglés, se vende una espiral de salchicha fresca parecida por su grosor a la Cumberland de Inglaterra. Esta espiral hecha a la sartén o a la plancha hasta que esté bien dorada seduce a cualquiera si está presentada sobre un gran plato redondo y rodeada con patatas fritas y tiritas de pimiento rojo asados. También funciona sobre un lecho de puré de patata cremoso. Entre las salchichas frescas mejores están los chorizos criollos de los argentinos y los uruguayos que se venden en carnicerías especializadas de Palma. La más céntrica es Vallespir, en calle Barón de Santa María del Sepulcro, y hay otra en la plaza Alexander Fleming. El relleno es de carne picada de vaca y son ideales para hacer a la brasa. Asimismo, la mejor introducción a los chorizos criollos está en los restaurantes argentinos y uruguayos: a la brasa y como entrante mientras esperamos un suculento corte de vaca. Y ya que estamos virtualmente en Argentina tenemos que probar una empanada criolla y media ración de mollejas a la brasa para compartir. Ninguna nación asa las mollejas como los argentinos y los uruguayos.