En España, las especies invasoras son un problema cada vez mayor. Es el caso de la avispa velutina, o avispón asiático de patas amarillas, que en el último año ha proliferado a una velocidad vertiginosa. Tanto es así, que en Galicia ya tiene una presencia mayor que las propias avispas autóctonas, lo que está provocando importantes problemas de salud, económicos y medioambientales.
Según los datos de la Xunta de Galicia, este insecto se ha multiplicado en 2023 en un 56% -respecto a 2022-. Las notificaciones y llamadas por su presencia superan ya las 43.000 -hasta la fecha-, muy por encima de las 27.500 registradas de 2022. No obstante, el Ayuntamiento de Pontevedra asegura que "se podría hablar de hasta 10 nidos por metro cuadrado".
Debido a su gran presencia, en Galicia ya se ha convertido en "un serio riesgo para la salud humana" debido a sus picaduras, que "pueden desencadenar en reacciones alérgicas graves", explica a este medio Xesús Feás, miembro de la Academia de Ciencias Veterinarias y experto en esta especie.
De acuerdo con los datos ofrecidos por un estudio del propio Feás, (Muertes humanas por picaduras de avispas, avispas y abejas en España: epidemiología a nivel estatal y subestatal de 1999 a 2018) entre 1999 y 2018 se produjeron 78 muertes en España por picaduras de avispones, avispas o abejas.
De estas, 28 tuvieron lugar en Galicia. Sin embargo, la situación para esta comunidad es más grave aún si se observa la tasa de mortalidad por cada millón de habitantes. Esta cifra oscila en España entre 0,02 y 0,15 fallecimientos, mientras que en territorio gallego data de 2,2, lo que muestra claramente el problema que tiene esta comunidad.
Problemas económicos y medioambientales
Los riesgos para la salud no son el único problema y es que también tiene un gran impacto para la economía. Este espécimen se alimenta en un 80% de abejas. Esto supone un impacto muy perjudicial, pues al final, detalla Feás, se trata de "una ganadería muy especial" que se cría para "para aprovechar sus productos". Como consecuencia, "las pérdidas de miel se sitúan ya en torno al 65% de las colonias de abejas" en lugares donde esta avispa está ampliamente establecida.
Debido a esta situación, el sector apícola también se está viendo muy mermado, pues los apicultores se ven obligados a llevar a cabo una serie de medidas para proteger sus colmenas. Estos métodos de lucha "tienen un coste de casi 8 millones de euros anuales", lo que supone un 10% de valor de la miel, explica a 20minutos Mariam Ferreira, investigadora de la Universidad de Santiago de Compostela y miembro del proyecto Atlantic Positive.
El sector frutícola también está sufriendo su presencia. Las mayores consecuencias se aprecian ya en el cultivo vitícola, pues las avispas se comen las uvas. "Si no la comen completa, dejan una herida que puede arruinar los racimos completos".
"La alarma social también es un factor a tener en cuenta", pues las personas "realmente tienen miedo" cuando salen a la calle después de ver noticias al respecto. A pesar de que "no es más agresiva que otras especies", al estar por todas partes y "tener nidos en todos los sitios", comenta Feás, el riesgo de mordedura es mayor.
Esta situación también está provocando "cierto temor" en algunas zonas de actividad turística. Incluso, asegura Ferreira, algunas profesiones también se están viendo afectadas: "Hay miedo en ciertos trabajos forestales o en la recogida de frutas".
Se va a seguir propagando
"La expansión está siendo muy fuerte", comenta Ferreira, por lo que las previsiones apuntan a que llegará "a todo el territorio nacional", confirma Feás en la misma línea. "Ahora está bajando y ya se encuentra en León o Aragón también", asegura Jorge Galván, director general de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA). Detalla que esto se debe a que es "capaz de adaptarse muy bien", pues tiene gran poder de invasión debido a que "no tiene competencia" de otros depredadores.
Esto se debe a varios factores. El primero de ellos, como no podía ser de otra manera, es el cambio climático. Las temperaturas de este verano han favorecido enormemente el desarrollo de esta especie y han contribuido a que otros insectos también procreen, precisa Feás.
Hasta el momento "en invierno no había insectos, pues empezaban a aparecer en primavera y desaparecían a final de verano". Sin embargo, el calentamiento global ha provocado que la primavera empiece antes y el otoño acabe después. Esto se traduce en que "se abre la ventana de reproducción", por lo que ahora esta avispa se puede ver durante más tiempo, y además, "se reproduce más veces", explica Galván.
En esta problemática también influye el ser humano. La globalización, de la mano "del transporte de mercancías" también contribuye a su proliferación. De hecho, el director de ANECPLA lo compara, además, con el mosquito tigre, que llegó a España en neumáticos provenientes de China.
Los hábitos de vida también influyen para que estos insectos procreen, a veces, con acciones muy simples de las que ni siquiera nos damos cuenta. Si, por ejemplo, alguien que vive en Asturias viaja a Madrid, puede llevar en su coche cualquier tipo de mosquito, avispa o insecto. Si uno de estos pone huevos y cría, la especie en cuestión se puede asentar en cualquier lugar. "Esos viajes hacen que nosotros estemos moviendo, sin querer, a esas especies de un lado a otro", concluye Galván.
Denuncias por falta de previsión
Para tratar de hacer frente a este creciente problema los expertos utilizan algunos sistemas "de control", como las arpas eléctricas, la reducción de las piqueras -agujeros de entrada a la colmena- o "el trampeo", explica Ferreira. Este último "se trata del método más extendido", aunque no es el más selectivo, pues "también 'caen' otros animales que pueden ser beneficiosos" para el ecosistema.
Por ello, desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) ya se está "trabajando en otro tipo de trampas que permitan hacer capturas mucho más selectivas". El objetivo es reducir el apresamiento de otras especies, según ha comentado a este medio Ricardo Gómez, Jefe de Servicio de la Subdirección General de Biodiversidad Terrestre y Marina del MITECO.
A pesar de que esta cartera, según Gómez, "tiene un plan de control en coordinación con todas las comunidades autónomas", Feás asegura que "no se está llevando a cabo la labor que se debería para atajar el problema". Por ello, según su criterio, habría que realizar una mayor previsión, pues una vez se instala esta especie en zonas nuevas, "combatir las picaduras, la retirada de nidos o la afectación de colmenas sale muy caro".
Feás asegura que si la Administración no toma cartas en el asunto con nuevos planes de prevención, "habrá que aprender a convivir" con la velutina. De esta manera, aunque erradicarla "es muy difícil", tampoco es imposible. Para ello propone una mayor inversión para poder llevar a cabo "técnicas de manipulación genética o cuidado de cautividades". "Se necesita un plan de gestión, alguien que dirija a la orquesta", concluye.