La visita de la Familia Real a la exposición de Joan Miró en sa Llonja, La Força inicial, se produjo el pasado martes, pero en cierto sentido se inició hace 47 años. En 1978, concretamente, cuando otra gran muestra de Miró llenó el templo gótico de Palma y fue inaugurada por los entonces monarcas, Don Juan Carlos y Doña Sofía. Si sa Llonja es un espacio enorme que produce sonoros ecos, no es difícil imaginar que todavía resuenen los de aquella noche en la que Joan Miró charlaba con los Reyes acompañado de Josep Pinya, de la Galería Pelaires. Fueron precisamente los descendientes de todos ellos los que pasearon el otro día entre las diez piezas monumentales del genio catalán: Don Felipe, Doña Letizia (acompañados de sus hijas, Leonor y Sofía), Joan Punyet Miró, nieto del artista y Frederic Pinya, hijo del galerista y responsable actual de Pelaires.
Punyet Miró, uno de los impulsores principales de Paysage Miró (el título de la gran muestra con cuatro sedes que estos días inunda Palma del arte mironiano con propuestas en sa Llonja, Es Baluard, el Casal Solleric y la Fundació Miró), valora la visita de los Reyes como «fundamental». Punyet, a quien le une una relación de muchos años con el monarca, detalla a este diario que «los Reyes son maravillosos y se han portado divinamente con nosotros arropando la exposición desde el principio».
Comentó, por otro lado, Punyet que el Rey hizo comentarios sobre la importancia de Miró para España y sobre cómo «un artista puede cambiar su destino», en relación a algunas aportaciones del catalán que ayudaron al país como sus diseños del logo del Sol de Miró, simbólica imagen de marca país de España, o del cartel Fiesta, para el Mundial de Fútbol del 82 que se celebró en nuestro país.
A su vez, los monarcas se interesaron mucho por «el hombre» que hay detrás del artista, por la labor de «filantropía y la generosidad» de Miró quien, al igual que Picasso o Dalí, «ayudaron mucho» a España. El nieto del artista, a su vez, se muestra consciente de la labor a la que ha de hacer frente: «Apuntalar el legado» porque, tal y como razona, «España no tiene petróleo, no tiene gas, no tiene litio, pero tenemos a Picasso, a Dalí y a Miró, que nos ayudan a tener turismo».
Por ello, juzga de «fundamental» la visita de los monarcas a la exposición, ya que, tal y como indica Punyet, «los Reyes son muy inteligentes y saben que Miró es un gran embajador y su legado es maravilloso», y recuerda la inauguración del 78, a la que también acudió Pere A. Serra, quien fuera gran amigo de Miró y director y editor de este diario, y el alcalde de la ciudad de entonces, Paulino Buchens. «Vieron la importancia de Miró entonces y ahora Felipe y Letizia mantienen esa senda porque Miró es un catalizador para Balears, un genio que trae turismo de calidad».
Otro que estuvo presente con una emoción similar fue Frederic Pinya, director de la Galería Pelaires. El hijo de Josep Pinya, quien fuera el fundador de la galería y el primero en exponer a Miró en Mallorca, opina que «Miró se merece esto como todos los mallorquines» y valora el proyecto como algo «único en el mundo».
Pinya, muy involucrado personalmente en la exposición, detalla que los Reyes se mostraron muy interesados e hicieron «muchas preguntas», con «ganas de saber y conocer las anécdotas detrás de las piezas, los años en los que se hicieron, etcétera, y nosotros quisimos desmenuzar brevemente lo que preguntaban».
Pinya, además, valora la exposición como un «reencuentro» porque varias de las esculturas estuvieron ya en el 30 aniversario de Pelaires, y también por la que ya hubo en 1978, de la cual destaca la labor de Pere A. Serra, siendo «una de las pocas personas que escuchaba a Miró entonces, para sensibilizar sobre su obra ya que entonces era un personaje defenestrado (contextualizado en la Mallorca de entonces)». Algo que también hizo su padre, Josep Pinya, «a quien algunos tacharon de loco» por apoyar a Miró. Gracias a ellos, hoy en día «Miró sigue vivo».
Y no solo eso, sino que la visita de los Reyes es «muy positiva» y ayuda a «ver que Miró sigue siendo contemporáneo porque son piezas que parecen hechas ayer, pero son de los años 40, 50, 60, etcétera. Y son las personas adecuadas para que otra gente se acerque y se interese por conocer la obra de Miró».
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