Hablar de bolsas emergentes es hacerlo de mercados muy distintos entre sí que, aun así, tienen aspectos en común.
Un factor que permite ser optimista es el crecimiento que están viviendo estos países: la población se está beneficiando del crecimiento económico y la clase media aumentando, por lo tanto sus empresas cada vez venden dentro del país y se diversifica su negocio, anteriormente muy exportador.
Pese a todo siguen exportando; por ejemplo se incluyen en bolsas emergentes empresas como ICBC (que incluso tiene oficina en España), Petrobas o Alibaba (que cotiza en bolsa americana), auténticas multinacionales que, con negocio en todo el planeta, se benefician, no solo del crecimiento de los países emergentes, sino también del mundial.
Los detractores de esta inversión argumentan que la subida del dólar, motivada por la subida de los tipos de interés, es negativa para las cotizadas de estos países debido a que tienen mucha deuda en dólares y se incrementa el valor de la deuda en su moneda.
Partiendo de que es cierto, también lo es que se contrarresta con lo mencionado antes: crecimiento interno y exportaciones (a las que la fortaleza del dólar les beneficia).
Otro aspecto positivo de estas bolsas es la tendencia alcista en la que están inmersos los principales índices emergentes. En cualquier caso, ahora están sufriendo recortes (en parte por la guerra comercial del presidente norteamericano Donald Trump) que ponen a prueba soportes tales como los 295 en el Kospi de Corea del Sur, los 28.500 en el HSI de Hong Kong o los 69.000 del Bovespa brasileño (el más castigado de todos) y que pueden dar oportunidades a compras más baratas.
Hay una importante excepción: el Sensex indio está todavía en sus máximos históricos.
Lo más óptimo para conseguir una buena diversificación, tanto por facilidad como para intentar disminuir la alta volatilidad y el riesgo puntual de países concretos, es invertir utilizando buenos fondos de inversión globales de emergentes, que incluso permiten cubrir el riesgo-divisa.