Desde finales del año 2017 hasta estos inicios de 2019, podemos afirmar que los inversores tienen un panorama caracterizado por la existencia de muchos frentes abiertos para los mercados, como son el exceso de liquidez, la proliferación de posibles burbujas y diversos eventos geopolíticos mundiales. Todo ello en un entorno, ya anunciado, de subidas (lentas pero seguras) de tipos de interés y de mayor volatilidad en los mercados de capitales.
El que tiene dinero y desea invertir tiene mucho donde elegir (oro, renta fija o variable, planes de pensiones, inmuebles, la moda de las criptomonedas). Pero hay que recordar que cuando hablamos de inversión, hablamos de rentabilidad y de riesgo. Pues bien, el inversor tiene su paraíso particular en aquellos productos o geografías donde la rentabilidad sea máxima y el riesgo mínimo. Por lo tanto, son dos condiciones difíciles de satisfacer, pero no imposibles.
La inversión extranjera es una variable que acredita la buena marcha de una economía. Y además es una variable que muestra la confianza en el futuro que posee el inversor donde invierte. Lo que da lugar a pensar, cuando hay crecimiento de la inversión, que hay confianza en que la economía o la empresa donde invertimos tiene recorrido para mejorar.
Nuestras Balears podemos decir que son uno de los paraísos que un inversor puede encontrar para sus posiciones inversoras. Y esta afirmación está contrastada en multitud de estudios económicos que acreditan con datos que las Balears siguen siendo un territorio muy atractivo donde invertir. El capital extranjero busca valores refugio, es decir seguridad. Y en nuestras islas hay dos sectores, el sector turístico y el ladrillo, que se han visto beneficiados por los flujos de inversión que llegan de otros países. La gran mayoría de empresas extranjeras radicadas en las Illes Balears prestan servicios turísticos, de servicios o de distribución. Por lo tanto estas inversiones están muy relacionadas con la construcción, la compra y/o la reforma de establecimientos turísticos.
En relación a la procedencia de los fondos que se invierten, desde un punto de vista geográfico, la inversión que llega a las Balears procede en su inmensa mayoría de países de la UE y en segundo lugar de los países de América del Norte. Estas dos zonas abarcan el 90% de la inversión extranjera. Los siguientes lugares de procedencia ya alejados en términos de volumen inversor son Latinoamérica y Asia. Oceanía y África cubren el restante 10%. Del total es de destacar que entorno a un 3% procede de los llamados paraísos fiscales.
Los buenos registros de llegada de capital extranjero en los últimos años están relacionados con la tendencia de compañías internacionales a comprar hoteles en Balears, inversión inmobiliaria, o la compra directa de empresas locales por parte de multinacionales y otras inversiones como por ejemplo las compras de maquinaria o instalaciones. Es de sobra conocido por todos, las características que hacen que el inversor extranjero tenga en el punto de mira a nuestras islas por el atractivo que tienen a la hora de rentabilizar sus inversiones. Pero se imaginan ustedes, si encima España o la comunidad autónoma tuviese un régimen fiscal estable, que diese seguridad jurídica a los inversores, que no cambiase continuamente, que tratase con cariño al inversor… O se imagina que, además, nuestros políticos garantizasen a futuro una estabilidad institucional y se caracterizasen por ser adictos a los pactos, al consenso, a saber ceder en sus cuitas partidistas y buscar el bien común. El paraíso inversor sería ya inmejorable.
Hay que gestionar bien la inversión extranjera, que es una fuente de creación de empleo. En nuestras manos, tanto en las del sector privado como en el público, está la responsabilidad de que estas inversiones se canalicen de forma adecuada y no dañen ni a la sostenibilidad social ni a la medioambiental. De esta manera, toda la sociedad se beneficiará de ser un polo de atracción inversor para quien desea obtener una rentabilidad a su dinero.