La bolsa española ha sido una de las de peor comportamiento en los últimos años en toda Europa. Esta mala evolución se ha producido a pesar de 'disfrutar' de crecimientos muy por encima de otros países: por encima del 3% en 2015 y 2016 y del 2% hasta el año pasado; mientras que la zona euro en su conjunto nunca superó el 3% y solo ha podido estar por encima del 2% en 2015 y 2017.
Hay dos motivos que explican este hecho: por una parte lo 'bancarizado' que está el IBEX. La banca en España ha sufrido años de muchas insolvencias, controles, demandas, ventas o fusiones. Además, alguno que no mostraba su imagen fiel, como Banco Popular, acabó desapareciendo, al mantenerse en IBEX hasta el día de su liquidación, la caída del 100% de su valor pesó en el índice. Por si fuera poco, la solución a esta problemática se ha convertido en un nuevo riesgo para el sector: las inyecciones de liquidez y las rebajas en los tipos de interés han provocado que sus márgenes de intereses (los que cobran menos los que pagan) se hayan reducido; a eso hay que añadir la cuota de mercado que, se estima, les quitará la nueva banca FinTech.
El segundo motivo es la incertidumbre política: en los últimos años España ha vivido adelantos y repeticiones electorales, mociones de censura (una exitosa), no aprobación de Presupuestos, por primera vez un Gobierno de coalición y un conflicto social-económico-político en una de las regiones referentes -Catalunya-.
Ahora surgen dos preguntas: (i) ¿se ha castigado en exceso a la banca? y (ii) ¿la inestabilidad política seguirá pesando o el mercado se acostumbrará como pasa en Italia? Si el IBEX consigue perforar y consolidar los 10.000, o mejor incluso los 10.200; pasará a tener un nivel de soporte muy fuerte, en principio, tan fuerte como lo está siendo de resistencia en los últimos años. En ese caso, el objetivo de revalorización serían los 11.200 puntos.