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Frigolades, esencia de la alfarería ibicenca

María José Marí Bufí y su padre, el maestro Toni Marí ‘Frígoles’ en el taller donde María José da forma a sus creaciones.

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María José Marí Bufí aprendió a ser ceramista de forma natural, pues lo ha visto en su padre, Toni Marí Frígoles, desde pequeña. “Es algo que he visto toda la vida; es innato. Mi padre siempre me ha dado consejos y, de hecho, lo sigue haciendo”, explica esta artesana ibicenca cuya primera creación en el torno fue un cenicero, “que es lo más básico porque es plano; todos los que empezamos con el torno de pequeños siempre empezamos con un cenicero”. La clave para dominar el torno, según explica, es “centrarlo; en el momento en que lo tienes centrado, lo dominas y es más fácil”.

Toni Marí Frígoles, padre de María José, es un maestro de la alfarería de Eivissa. A sus 87 años sigue acudiendo cada día a su taller, que lo tiene al lado de casa, para seguir trabajando el barro, aunque ahora lo hace como afición. Toni Marí Frígoles aprendió el oficio de Joan Planells Daifa, quien fue un visionario de la alfarería en Eivissa. “Mi padre aprendió de Daifa porque no tenía hijos y la tradición se enseñaba de padres a hijos y Daifa enseñó a mi padre. Soy hija única; como mi padre no tuvo hijos varones enseñó la profesión al sobrino de Daifa, que es Adrián de Sa Teulera y que también sigue en activo; es un compañero y muy buen tornero”, explica María José Marí Bufí, quien señala que tiene muy buena relación con su padre.

“Nos tenemos mucha confianza; somos muy parecidos y nos entendemos a la perfección”. No hizo falta que Toni Marí Frígoles diera lecciones a su hija María José sobre cómo trabajar el barro y crear figuras ya que ella lo ha visto trabajar en el taller desde bien pequeña. “Desde muy pequeña he estado metida en el barro. El taller está al lado de casa; siempre estaba con él en el taller y me fijaba en lo que hacía y así aprendí el oficio”, precisa.

EL SALTO. María José regentaba una tienda en el centro de la ciudad de Eivissa, donde vendía las creaciones a las que ella daba vida y las que hacía su padre. Pero el hecho de estar en la tienda no le daba margen para poder dar rienda suelta a su creatividad todo el tiempo necesario en el taller.

“Empecé a hacer cositas puntuales para vender en la tienda hace siete años con, por ejemplo imanes de la diosa Tanit para la nevera, y pensé ‘qué bien se venden'. Lo único que si estaba en el taller, no estaba en la tienda y a la inversa. Hace cuatro años me lancé definitivamente a crear Frigolades. Cerré la tienda y me centré en el proyecto para seguir con la tradición de mi padre; es un pozo de sabiduría”, precisa María José, quien precisa que el empujón que le lanzó también tiene que ver con que “en el sector de la cerámica cada vez había menos producto tradicional ibicenco y lo traían todo de fuera para vender como producto de Eivissa cuando no lo era. Y decidí impulsar la cerámica ibicenca”.

Frigolades es un proyecto de creaciones en barro tradicionales ibicencas con un toque moderno y funcional, adaptado a los nuevos tiempos. En este sentido, esta artesana da vida a bustos de Tanit con toques de color turquesa, morado o plateado (el tradicional es color marrón, del barro), imanes para la nevera, pendientes, pulseras, jarrones con el busto de Tanit... un sinfín de ideas que le pasan por la cabeza y que ella misma da forma con sus manos con el barro sin necesidad de hacer bocetos previos.

Los bustos e imanes de la diosa Tanit tienen muy buena aceptación.

“A la hora de tocar el barro y darle forma ves si se parece a lo que tenías en mente”, apunta. En abril de hace cuatro años cerró la tienda y un mes después ya estaba vendiendo en la Feria Medieval de Eivissa. “Empecé Frigolades con todo el producto de payesas, Tanits, casitas payesas, menaje como boles o vasitos, imanes.... y, poco a poco, he ido sacando innovaciones. Empecé mi proyecto con un máximo de diez referencias y ahora voy por la treintena”, asegura.

En el proceso de creación es muy importante el feedback que le hace llegar el cliente final: “El cliente te da muchas ideas”, apunta. Además de todas las innovaciones que saca puntualmente para vender por los mercados artesanales de Eivissa sigue trabajando las tradicionales payesas que su padre hizo famosísimas. Según explica esta artesana, lo más gratificante de su trabajo es dar salida a su creatividad y que “el cliente venga y te diga ‘qué bonito lo haces'; esto reconforta mucho. Sale de mis manos y de mi mente”. Otro punto muy gratificante es poder continuar con el legado de su padre: “Es un libro andante de sabiduría; es muy bonito poder continuar con su trabajo”, apunta.

Además de vender en los mercados artesanales (hasta el día 15 de este mes está en el del puerto de Eivissa y cada sábado en el de Sant Josep de sa Talaia) recibe encargos para eventos sociales, como bodas y bautizos. Actualmente no tiene página web, pero la pondrá en marcha para así poder disponer de ventas online (se puede contactar con ella a través de redes sociales o bien en el mail artesaniaibicenca@gmail.com o en el teléfono: 600742246).

María José no descarta dar el salto a otros mercados artesanales de las Islas. De hecho, ya recibió alguna invitación, pero tuvo que rechazarla porque le coincidía con otros proyectos. Entre sus próximos planes se encuentra seguir haciendo cursos de formación, producir en el taller tras el verano, preparar la campaña de Navidad y, además, presentar en centros educativos que así lo soliciten su trabajo y cómo es la artesanía tradicional ibicenca.

EL FUTURO. La artesanía no está exenta, por desgracia, de intrusismo. “Me da rabia que vendan cosas diciendo que se han hecho en Eivissa cuando no es cierto. Yo en la tienda, por ejemplo, tenía alguna cosa que no era de la isla, pero sí que se había pintado aquí, por ejemplo, un plato de cerámica con el mapa de Eivissa pintado, pero yo decía que no era artesanía hecha aquí. Tiene que haber mercado para todos, pero está feo vender algo hecho en Eivissa cuando no es cierto”, apunta.

María José Bufí cuenta con una treintena de referencias entre payesas, imanes de la diosa Tanit, pendientes, jarrones... artículos que son fruto de su imaginación y destreza.

A esto se suma que, además, le han intentado copiar su trabajo: “En el mundo de la cerámica ha pasado siempre y, en general, también; cuando alguien hace algo original, al mes siguiente te están copiando. Pero me reconforta que si pones una pieza al lado de la otra se reconoce cuál es la que hecho yo”.

La artesanía en Eivissa, según relata esta artesana, está viviendo un buen momento ya que “cada vez cuenta con más apoyo; se persigue una artesanía de calidad donde hagamos nuestro propio producto. Cada vez tenemos más apoyo institucional y esto es bueno. En el mercado del puerto de Eivissa, por ejemplo, si no tienes el carné de artesano no puedes vender. Y para tener la carta de artesano tienes que pasar un proceso y cumplir unos requisitos”. María José Marí tiene claro que a la artesanía tradicional ibicenca como la que ella hace hay que protegerla y cuidarla: “Son nuestros orígenes y hay que preservarlos”, concluye.

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