Cerrado el tercer trimestre y, con este, la fracción del año en el que Balears sitúa, habitualmente, la mayor parte de su actividad, el reto descansa, en estos momentos, en la fuerza con la que se va a cerrar el año. Y es que, lo que termine sucediendo antes terminar el año no es nada baladí, pues de ello depende que se cumplan las previsiones emitidas por los distintos organismos internacionales y nacionales. Así mismo, cabe reconocer que dichas previsiones, en términos generales, se han ido modulando a la baja, de acuerdo con el desarrollo de distintos riesgos asociados a los desajustes entre oferta y demanda, la tensión sobre las cadenas globales de aprovisionamiento y, sobre todo, el repunte de la inflación frente a la escalada de los precios energéticos. En este sentido, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha arañado en sus previsiones emitidas el mes de octubre un punto al crecimiento americano y medio punto a su homólogo europeo y español respecto de las que publicó en julio.
Ahora bien, el organismo internacional presume que, durante este cuarto trimestre del año, la economía española gozará de una nueva y significativa aceleración muy superior a la de la zona del euro. En este contexto, cabría entender que Balears se adscribiría a esta tónica. De entrada, con los datos disponibles, el archipiélago ya sitúa desde octubre el número de centros de cotización de empresas por encima del nivel prepandemia (101,3%), así como el de trabajadores en alta a la Seguridad Social (106,7%).
El comportamiento del empleo, en un nivel más favorable que el de la actividad, ha sido una tónica generalizada durante estos últimos meses, si bien el cuarto trimestre se ha estrenado dando continuidad a la progresiva recuperación tanto de la actividad comercial –con una tasa en octubre (6,5%) que ha rebajado el gap respecto de dos años atrás (-7,1%)– como aeroportuaria –con registros de pasajeros que han quintuplicado los que se contabilizaron el año anterior y se van acercando a los niveles habituales (-18,2%).
Habrá, pues, que esperar a girar la última hoja del calendario para calibrar la situación, ajustar capacidades y tomar posiciones de cara al nuevo año, en el que la urgencia de recuperar debería dar paso a reformular. Pues nunca ha sido tan importante revertir los déficits competitivos acumulados. El índice de competitividad global, que elabora la Fundación Impulsa Balears, ya nos alertaba a inicios de este año sobre los retos importantes que asumimos en materia de educación superior (en la posición 196 de 233 regiones de la UE-27), eficiencia del mercado laboral (posición 183), innovación (posición 148) o, dimensiones de la sostenibilidad, como la ambiental (posición 151). Unas posiciones que no están de acorde con el nivel de renta que hemos alcanzado y que tenemos serias dificultades para mantener.
Conocemos el reto, 2022 abre las puertas a franquearlo.