Con la puesta en marcha de las plantas de tratamiento de residuos de la construcción y demolición, se ha podido ofrecer una gran solución para resolver los problemas de los vertidos procedentes del sector, cuyo reciclaje de una gran parte de estos materiales, ha estado evitando que fuera depositado en los vertederos. Con esta idea nació Triatges Menorca SL en 2003, en una apuesta en la Isla por la economía circular para promover prácticas sostenibles que contribuyeran a minimizar el impacto ambiental de la industria de la construcción. El año pasado recibieron 64.000 toneladas de material, un 92 por ciento del cual pudo ser recuperado para su reutilización. Liderado por la familia Pons Almagro, emplea a 23 personas y en 2023 facturó 2,5 millones de euros.
ORIGEN. Han pasado más de 20 años desde que se pusiera en marcha esta iniciativa pionera en Menorca en su momento, promovida por el grupo Antonio y Diego, empresa de referencia del sector de la obra pública, que este año precisamente celebra el sesenta aniversario de su fundación.
La idea de convertir los desechos provenientes de demoliciones y derribos en materiales de construcción valiosos y altamente funcionales que pudieran ser reutilizados, surgió en 2003 a propuesta de la Conselleria de Medi Ambient del Govern balear, tras unas conversaciones con la empresa para llevar a cabo otro proyecto.
Inicialmente la planta de reciclado de residuos de construcción y demolición (RCD), se ubicó en unos terrenos de 15.000 metros cuadrados en una zona conocida como els Plans d’Alaior. «Supuso la primera planta operativa en Menorca de estas características que ofrecía soluciones a los residuos generados por el sector de la construcción, a la vez que éramos conscientes con este proyecto que estábamos contribuyendo a la recogida selectiva en origen y la reutilización del material en el marco de un modelo de desarrollo sostenible de preservación de los recursos naturales como isla reserva de la biosfera», explica Lino Pons, propietario y gerente de Triatges Menorca. Sin embargo, al cabo de poco tiempo se vio claro que el impacto visual que a futuro podría provocar aquella planta cuando estuviera a pleno rendimiento, recomendaba encontrar otro emplazamiento mejor y por ello, fruto de un acuerdo entre el Consell Insular de Menorca, el grupo ecologista GOB y la propia empresa, se decidió trasladar en 2009 a un terreno de 52.000 metros cuadrados en el Camí de Loreto del municipio de Alaior, que triplicaba la superficie anterior disponible.
INSTALACIONES. La construcción y puesta en marcha supuso una inversión de 3,5 millones de euros tanto en instalaciones como en maquinaria operativa para llevar a cabo los procesos de separación y selección de los residuos que entrasen en la planta, como también de trituración y clasificación para poder obtener los áridos de diferentes tamaños para su comercialización. Las instalaciones se dotaron con una zona de llegada que incluía el control de acceso y la báscula de peso, tres zonas de recogida para materiales inertes y una nave industrial de 2.500 metros cuadrados para llevar a cabo la selección de materiales antes de realizar el cribaje en el tambor giratorio.
«En una planta de estas características, es clave poder hacer una separación minuciosa de los distintos elementos que nos llegan para clasificar los residuos que irán a reciclaje de los que no. Este trabajo se puede llevar a cabo de una manera manual a través de una cinta continua donde los operarios pueden identificarlos fácilmente pero también granulométrica, con el objetivo de separar los residuos por tamaños gracias al trommel», explica Gemma Almagro, directora de operaciones.
Una vez hecha la selección, Triatges Menorca podía llevar a cabo las sucesivas fases de machaqueo y molienda para disminuir el tamaño y conseguir hacer las distintas cribas de tipos de áridos, desde tierras a pedralla o grano de arroz, tal y como explica Almagro.
PODA Y PLÁSTICOS. La planta de Triatges Menorca también se equipó con máquinas trituradoras para cartón, plástico y poda. «De los restos de poda que nos traen a la planta podemos hacer un compost que también comercializamos», explica Aina Pons, responsable comercial que se incorporó hace cuatro años. «También el plástico que nos llega se tritura y se clasifica en función de tipología y color. Este plástico reciclado se enviará a una empresa de Sant Cugat del Vallés que lo acabará mandando a China donde volverá a ser utilizado», detalla Pons. «Es un ejercicio continuo de economía circular porque el cobre, el latón o el plomo que recuperamos, también se envía en contenedores a Barcelona para su utilización. Lo mismo pasa, por ejemplo con las tejas antiguas que son muy demandadas en muchos proyectos constructivos como elemento decorativo, o las vigas de madera que se acaban recuperando de los escombros para una segunda vida», comenta.
«Tan solo un 8 por ciento de los residuos que nos llegan, no se pueden llegar a recuperar y los más peligrosos se acabarán mandando al Centro de Tratamiento de Residuos de Milá en Maó para que puedan ser enterrados», detalla Lino Pons. «Como RCD también podemos gestionar desde hace una década residuos peligrosos como pinturas, gases o incluso el amianto», añade. En 2014 también recibieron autorización para poder llevar a cabo el almacenaje de bengalas de emergencia y señalización marítima que por ley deben usar las embarcaciones con el objetivo de cubrir una carencia del sector náutico que hasta la fecha, tenía problemas para poder deshacerse adecuadamente de ellas al llegar la vida útil de éstas.
EVOLUCIÓN. A la largo de estas dos décadas de funcionamiento de la planta, Triatges Menorca como empresa también se ha abierto a otras actividades relacionadas con el reciclaje como, por ejemplo, la gestión de los puntos verdes de la Isla que llevó a cabo durante unos años o también otras actividades de conservación y mantenimiento de carreteras municipales, caminos y aparcamientos del litoral. «Somos una empresa dinámica que funciona todo el año, que invierte en maquinaria de manera continua para ser más eficientes. Creo que hacemos una labor a favor del medio ambiente que merece ser conocida y divulgada. Es por ello que siempre hemos estado abiertos a recibir visitas de centros educativos para que conozcan como trabaja la industria del reciclaje en Menorca», explica Lino Pons. En estos últimos años la segunda generación de la familia Pons Almagro se ha ido incorporando progresivamente en la empresa familiar y de este modo los tres hijos, Lino, María y Aina Pons Almagro están asumiendo distintas responsabilidades de administración, comercialización o logística. «Me siento orgulloso al poder ver esta continuidad y me recuerda cuando yo hice lo mismo en la empresa de mi padre», concluye Pons.