No apruebo que los jóvenes de Arran pintaran la histórica sede de la Conselleria de Turisme en la calle Montenegro. De hecho, vaya por delante mi condena más rotunda. Y es evidente que me pareció, como mínimo, de mal gusto que los jóvenes independentistas grabaran un vídeo quemando fotografías de hoteleros y políticos de esta tierra. Parece ser que fue la casualidad la que hizo posible que la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM) presentara dos días después de las acciones de Arran una campaña de agradecimiento y hospitalidad para los turistas.
No entraré en la absurda batalla sobre si alguno de los lemas está escrito de forma correcta en inglés. No me interesa. La iniciativa de la Federación Hotelera ha generado una oleada de adhesiones entre las asociaciones empresariales y diferentes personalidades del sector. Personalmente, me llamaron la atención las palabras de Gabriel Escarrer: «En Balears queremos a nuestra tierra y a nuestros turistas». ¿Por qué? El presidente y consejero delegado de Meliá Hotels indica que «queremos a nuestra tierra». No es una afirmación baladí o irrelevante, sino todo lo contrario. Y es que nunca está de más que un hotelero afirme que quiere a Mallorca. En este sentido, son demasiados los mallorquines que sospechan que los hoteleros solo se quieren a sí mismos y a su negocio, que solo miran por su cuenta de resultados y que lo único que les importa es ganar un poco más. Y créanme si les digo que no es así. La mayoría de hoteleros quieren dejar una Mallorca mejor a sus hijos y se preocupan por los mismos problemas que todos ustedes. Seguro.
Pues bien, en la campaña de la FEHM he notado a faltar un poco de empatía con la inmensa mayoría de ciudadanos de Mallorca. Son muchos los que hubieran querido escuchar a los empresarios decir que «nosotros también somos residentes». Hubiera sido una gran idea que la FEHM explicara que los hoteleros también padecen los problemas que causa la saturación. «Somos los primeros interesados en que Mallorca no esté saturada», podrían afirmar sin faltar a la verdad. Y es que su negocio, desde un punto de vista estrictamente egoísta, necesita una Mallorca no saturada, sin masificación, verde y circular.
En cambio, recordar las mejores condiciones laborales, el efecto tractor en la economía, los 46.071 empleos directos y los miles de puestos de trabajo indirectos parece descubrir una especie de complejo de culpa. De hecho, y pese al magnífico convenio, abundan en Mallorca los trabajadores pobres, también en la hostelería. Los hoteleros deberían situarse públicamente junto a los mallorquines, junto a la ciudadanía, junto a sus trabajadores, junto a los empresarios y concienciarse de la necesidad de una Mallorca más verde, más circular y menos masificada. En definitiva, que la FEHM debería estar al lado de los residentes. Agradecer la visita a los turistas no es felicitar al verdugo por su buen trabajo, pero ya es hora de que los hoteleros se humanicen, dejen el puro y el bombín y se sitúen del lado de los ciudadanos. No hay que escoger entre turistas y residentes. Yo también estoy a favor de los turistas. Ahora bien, un poco más de empatía con los residentes es imprescindible. De hecho, ellos también son residentes.