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100 años de historia, aroma y raíces ibicencas

Licores Aniseta se creó en 1925 por parte de José Ferrer, bisabuelo de David Ferrer, que es la cuarta generación al frente de este mítico negocio de Eivissa

David Ferrer es la cuarta generación que está al frente de Licores Aniseta

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En el corazón de Eivissa, donde las tradiciones se mezclan con la modernidad y el turismo marca el pulso del cambio, una empresa familiar ha sabido mantener vivo el sabor de la isla durante casi un siglo. Licores Aniseta, fundada en 1925, es mucho más que una destilería: es una historia de esfuerzo, adaptación y amor por un producto profundamente ligado a la identidad ibicenca. Todo comenzó hace 100 años, cuando José, el bisabuelo del actual propietario, abrió un pequeño colmado en el barrio de la Marina, en la popularmente conocida como ‘calle de las farmacias’. Allí se vendía un poco de todo: alimentos, bebidas y productos de la isla. En paralelo, la familia alquiló una pequeña fábrica frente a las barcas que conectaban Eivissa con Formentera. Fue en ese modesto espacio donde José y sus hijos, Vicente y Juanito, empezaron a experimentar con las primeras maceraciones y destilaciones de licores propios.

Durante aquellos años, viajaban con frecuencia a Barcelona para formarse en técnicas de elaboración de licores. «Iban a aprender sobre destilado, maceración y producción», recuerda hoy David Ferrer, la cuarta generación al frente del negocio. Así nació una pasión familiar que, casi sin saberlo, estaba cimentando una de las marcas más emblemáticas de la isla. Fernando, el padre de David, creció en el negocio, pues empezó en él cuando tenía unos 12 o 13 años. Cuando alcanzó los 20 años, el padre de David asumió el control del negocio. «De aquella primera época recuerdo que mi padre nos contaba que la gente iba a buscar los licores a la tienda y cuando implantaron el reparto primero lo hacían en carro, luego mi padre empezó hacerlo en mobylette y, más tarde, con el cuatro latas», rememora David.

Con la llegada del turismo y el ‘boom’ provocado por éste en Eivissa, se profesionalizó más la empresa y empezó a crecer el negocio. «Había mucha demanda y todo lo que se producía se vendía; mi padre se metía a producir 14 o 15 horas diarias y lo vendíamos todo. Ahora hay más de todo en el mercado y no hay que luchar contra la competencia solo sino también con la competencia desleal», explica el dueño de Licores Aniseta, quien recuerda cómo de bien pequeño iba con sus hermanos a la fábrica «porque a lo mejor mi madre no se podía quedar con nosotros y por entretenernos mi padre nos ponía a hacer manojos de manzanilla y nos daba 20 pesetas por manojo. Es algo con lo que hemos crecido y lo hemos mamado; lo hemos visto desde pequeños».

CUARTA GENERACIÓN.

Hoy, David Ferrer lidera la empresa, que ha cumplido su primer centenario de vida. «Mi padre se jubiló hace tres años, pero sigue viniendo cada día. Esto lo ha vivido toda su vida; le gusta estar aquí porque ha pasado muchas etapas de su vida», dice. Bajo su dirección, Aniseta ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin renunciar a su esencia. Su catálogo incluye una treintena de referencias y ocho productos principales: las hierbas ibicencas —en versión clásica, artesana y seca—, una edición especial por el centenario, el licor de limón o ‘limoncello pagès’, el Café Caleta, el licor de tomillo Flor des Camp, el Palo y una ginebra premium. En un mercado como el de las bebidas, es vital estar siempre pendiente de las tendencias para saber detectarlas y adaptar el negocio. Y esto lo saben hacer a la perfección en Licores Aniseta.

«Las tendencias cambian: las ginebras estaban muy de moda y ahora bajan; el tequila sube, aunque tiene mucha reglamentación. Antes, por ejemplo, estaba de moda beber un vino rosado pálido de la Provenza francesa y luego ya pasó de moda. Nosotros observamos, analizamos y nos adaptamos», explica Ferrer. En este sentido, con el paso del tiempo han sabido adaptar con éxito su negocio a los cambios. Es el caso, por ejemplo, de la tienda online. «La abrimos por dar un servicio. Hacemos la implantación debido a la alta demanda que tenemos por email, ya que nos pedían constantemente para enviar y decíamos que no. Luego empezamos a hacer presupuestos vía email, que era un ‘trabajazo’ porque tenías que buscar transportista y montar la logística y, al final, nos decidimos a abrir la tienda online y la verdad es que nos va muy bien», explica.

La botella del centenario.

LAS CLAVES.

Licores Aniseta cumple este año 2025 su primer centenario. La clave para mantenerse con éxito todos estos años de vida es «mantener los pies en la tierra porque al final se ha visto en infinidad de negocios que empiezan a funcionar como un tiro y luego se van por las ramas. Podríamos crecer mucho más pero vamos con pies de plomo; somos muy prudentes en ese sentido». Y es que si por algo se caracteriza Licores Aniseta es por su carácter familiar y cercano «donde tratamos de cuidar un producto de Eivissa, de darle valor a lo que realmente es de aquí y nuestro mayor éxito al final es que la gente lo reconozca».

«Somos una empresa que tiene muy claro de dónde viene; tenemos muy claras nuestras raíces y somos muy conscientes de hacia dónde queremos ir. Nuestra idea es el de seguir creciendo dentro de nuestras limitaciones logísticas en cuanto a espacio y queremos seguir creciendo dentro de los baremos de calidad y amor del producto». Esta filosofía ha permitido a la empresa sobrevivir a crisis económicas, modas pasajeras y a la creciente presión fiscal y normativa que pesa sobre las pequeñas destilerías. «Los requisitos legales y los impuestos especiales son infinitamente mayores que en otros sectores», lamenta Ferrer, aunque lo dice con la serenidad de quien ha aprendido a resistir.

EL FUTURO.

En cuanto a sus planes de futuro, su mirada ahora apunta más allá del Mediterráneo: «Queremos seguir consolidándonos en Eivissa, intentar entrar en la Península y crecer por Europa. Ya trabajamos con países como Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Suiza e Italia. En Europa es más fácil: adoran Eivissa y sus productos y, en cambio, en la Península muchas regiones tienen sus licores propios y cuesta más introducirse». Para David Ferrer, lo más gratificante es ver cómo el nombre de su familia sigue vivo en la memoria colectiva y cómo la gente quiere al negocio y a su familia. «Es muy bonito comprobar que algo de tantos años se mantiene vivo porque voy por la calle en Sant Jordi y la gente sabe que soy el nieto de Fernando de s’Aniseta porque mi abuelo era maestro allí en el pueblo y me hablan de las hierbas que se bebían entonces. Es gratificante ver que hay un recuerdo bonito de la familia y de la empresa».

La parte más dificultosa de un negocio con tanta trayectoria vital ha sido quizá la introducción de cambios debido a los relevos generacionales, una cuestión que han ido solventando con amor, cariño y trabajo. «Tanto mi padre convencer a mis tíos abuelos de que las cosas se debían enfocar hacia otro rumbo y yo con mi padre lo mismo, por ejemplo. No hay que olvidar, por ejemplo, que se ha vivido aquí en 60 años ha sido todo muy rápido», expresa David. Y aunque los tiempos cambian, en Licores Aniseta la receta parece clara: tradición, trabajo y amor por Eivissa. «Hay que tener ilusión —dice Ferrer como consejo para los emprendedores—. Sin ilusión, no merece la pena intentarlo», concluye.

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