El campus de la Universitat de les Illes Balears fue ayer el centro de todas las miradas, tanto insulares y nacionales como internacionales. Los medios de comunicación de todo el mundo se hacían eco de la masacre que se estaba preparando para detonar 140 kilos de explosivos en el campus de la universidad balear.
Pero las noticias llegaron primero a los medios que a la comunidad educativa que ayer a primeras horas de la mañana se encontraba en el centro en sus quehaceres diarios y sin percatarse de nada. Y es que, aunque a medida que avanzaba la mañana la noticia se convirtió en el único tema a comentar, muchos se enteraron a través de un familiar, de las redes sociales o la prensa digital, alertándoles del peligro que les rodeaba.
Los universitarios menorquines no daban crédito ayer a cuanto se estaba planeando. Muchos se percataban del peligro que podemos correr en cualquier lugar y momento. "Cuando me he enterado de la noticia me he dado cuenta de que estas catástrofes no solo pasan en América como muchas veces pienso", señalaba ayer Miguel Ángel Martorell, un joven de Es Castell, estudiante de cuarto año de Administración y Dirección de Empresas en la universidad palmesana.
Martorell se enteró de la noticia a través de las redes sociales, a través de compañeros que comentaban lo acontecido. "No me lo creí, pensé que estaban bromeando", pero en seguida consultó la prensa digital y se percató de que era real. Este joven estudiante señala que todo el mundo lo comentaba y "todos le queríamos poner cara, al final se la hemos puesto", resalta.
Mireia Vila está estudiando tercero de Enfermería y aunque es de Lérida ha vivido varios años en Menorca. "Me he enterado a través de mi hermana que vive en Catalunya y que se ha preocupado por mí, y yo sin saber nada". Indicaba además que "en el campus había una mezcla de confusión, incertidumbre y temor" y señalaba que muchos compañeros apuntaban que "no sé si venir mañana (por hoy) a clase, ¿y si pasa algo?".
Marina Sitjar es mallorquina. Informó a este diario que "estábamos en clase cuando una compañera recibió un mensaje en el móvil sobre la noticia". Acto seguido se produjo un alboroto en el aula y "todos llamamos a nuestros padres para decirles que estábamos bien". Fueron los estudiantes los que avisaron al profesor. Señaló a su vez que en los pasillos se formaron "mil mini-versiones sobre el caso, cada uno explicaba lo que sabía y la información era muy confusa".
Incredulidad pero susto eran los dos sustantivos que pronunció esta joven de Santanyí respecto al ambiente que se vivió ayer en el campus. Y es que, según señalaba, "crees que nunca puede llegar a ocurrir algo así, esta vez lo hemos tenido muy cerca". Algún gracioso, espetaba, pintó en la entrada de la universidad unos explosivos.
Similar fue el caso que vivió Bàrbara Vidal, natural de Es Migjorn Gran y que está estudiando Magisterio. "Tenía matemáticas y al ir al aula empezamos a notar a la gente muy alborotada". Los estudiantes se informaban a través de los medios digitales y el docente decidió explicarlo con la proyección de portadas de periódicos y lanzar a su vez un mensaje de tranquilidad y seguridad.
Por su parte, el compañero de piso de Bàrbara Vidal, el joven alaiorense Santiago Mascaró, no se enteró de la noticia hasta mediodía cuando ya, fuera del campus, su hermano le mandó la noticia en el móvil. "Nadie lo ha comentado y eso que he estado en la UIB toda la mañana". Lo mismo le ocurrió a Rafael Quintana, quien descubrió la noticia a la una, estando ya en el Aeropuerto y donde le llamaron algunos medios para conocer su vivencia. "Me ha cogido un escalofrío porque hubiera sido una catástrofe. ¿A quién se le ocurre esto? No me lo puedo creer", aseguraba incrédulo.
Los profesores que ayer se encontraban en la UIB también tuvieron que lidiar con la confusión por un lado y el estremecimiento y la tranquilidad a transmitir a sus alumnos, por otro. La profesora de Ciencias de la Tierra, la menorquina Joana Maria Petrus Bey, explicaba que "me ha llamado un compañero que se ha enterado a través de la prensa digital". En el campus "nadie sospechaba aunque llevaba cinco meses preparándolo". A su vez, indica que "la gente intentaba averiguar si era estudiante de la UIB, si era alumno de uno o de otro, si hubiera ocurrido en una u otra facultad". Petrus Bey señalaba que las cámaras de televisión acabaron de encender la alarma y fue en ese momento cuando la noticia se extendió como la espuma por el campus.
Damià Gomila, del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (CSIC-UIB), estuvo todo el día en el trabajo y fue advertido de la noticia a mediodía cuando su madre le puso al corriente. Ya conocedor de lo acontecido, Gomila indicó que "compañeros del extranjero nos han escrito para saber qué había ocurrido".
Y Francina Orfila, menorquina y profesora de Economía de Empresa, también lo leyó en la prensa digital y apuntó que "al conocer que se trataba de un caso aislado me he tranquilizado".